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ORLANDO DICE

Razones de Estado

UNO: LA BUENA ONDA.- El gobierno debiera convertir la buena onda en algo permanente y no ocasional. Los dos rechazos a los pactos de Naciones Unidas no lo llevaron a la gloria, pero fueron decisiones bien pensadas y mejor tomadas. No puede decirse siempre que sí, y experiencias pasadas obligan a cuidar los pasos, a no chocar con la misma piedra. Los documentos fueron ecuánimes, con base en razones de Estado, y sin dejarse arrastrar a pleitos de patio, pues de ociosos está lleno el infierno. El gobierno no tiene que ser liberal ni conservador, ya que tampoco lo es la coyuntura. El gobierno tiene que administrar el Estado, y el Estado solo debe tener intereses, y ninguno puede ser acoger migrantes o aceptar refugiados. Sin duda que termina el año bien, pues los negocios van bien. Le fue bien con el Presupuesto y parece que lo de Punta Catalina entra en fase de beneficio. El gobierno no es un juego de pelota ni concierto en tarima, pero si jugando y cantando gana aplausos, las gradas y el auditorio resultan perfectos. De seguro que la situación no le habrá pasado desapercibida, o en todo caso, la encuesta de enero dirá…

DOS: 45 AÑOS DE EXCUSA Y AUSENCIA.- Cuarenta y cinco años son cuarenta y cinco años y la mejor forma de convencer de la unidad del partido no es diciéndolo de boca, sino demostrándolo con presencia. Las excusas no tienen perdón ni las ausencias explicaciones. Los peledeístas de la dirección y de las bases sabían desde hace cuarenta y cinco años que el 15 de diciembre del 2018 habría un almuerzo, y lo sabían porque nunca se quedan cortos en los cálculos y entre todos hay que suman hasta el 2044. ¿Contra quién sería la afrenta en esta oportunidad? Estuvo el presidente del partido y el secretario general, pero no el Presidente de la República y tampoco la vicepresidenta. Podría suponerse que Danilo Medina no asistió para que Leonel Fernández disfrutara de ese escenario de sol sin asomo de sombra, como hubiera sido en caso de compartirlo. Pero ¿y Margarita Cedeño, también quiso que su esposo se tomara solito el aniversario? Solo se dio cuenta de la disculpa, pero no del motivo o pretexto. E intriga que compromisos tan importantes podían tener ese día y hora los mandatarios de la nación para no honrar la fecha de la fundación del partido que sustentó sus candidaturas. La actividad se dio y la prensa reseñó, pero fue obvio –políticamente hablando– que en la mesa principal faltó gente…

TRES: EL TEMOR DE LOS PRECANDIDATOS.- Tampoco asistieron los precandidatos oficialistas, excepto Reinaldo Pared, que estuvo en su condición de secretario general. Los otros pudieron estar por comité Político o comité Central, aunque –como quiera-- se les hubiera visto como aspirantes y rivales de Leonel Fernández. ¿Por qué realmente no fueron? Ni siquiera hay que suponerse razón. No fueron para no encontrarse con Fernández o no compartir escenario o no sentirse menos. Pues no se puede negar preeminencia. Un expresidente de la República y presidente del partido es un rango superior. El trato, incluso, sería de mayor distinción, aunque no de discriminación. Las diferencias existen, y serían propias de la competencia. Es más, podría decirse que si algo falta en la lucha por la candidatura es pimienta. Ha habido su poco de sal, pero no suficiente para que la sazón haga de sí misma una causa. Las ofensas, aunque subidas de tono en ocasiones, no llegan a agravio ni motivo para no mirarse o saludarse. Así que la ausencia de los precandidatos no tuvo razón de ser, ni personal ni política. La ocasión por demás fue una oportunidad perdida para medir fuerza, pues aunque las primarias serán abiertas, conviene hacer gestiones adentro, con compañeros, y en lo que llega marzo y lo de Danilo Medina se define, flirtear con los propios es tarea de manual…

CUATRO: EL MICRÓFONO IMPRUDENTE.- Leonel Fernández es un hombre de discurso en el mejor sentido de la expresión. Si se salva o se pierde será obra de las palabras que pronuncie, pues a veces el micrófono luce imprudente. Los precandidatos oficialistas no fueron, y por tanto, no afectaron la celebración. De haber idos, las condiciones hubieran sido propicias para sacarse la clásica foto en familia. Una imagen vale más que mil palabras, y la imagen de todos los candidatos juntos, o sentados a una mesa o posando, hubiera significado mucho. Todas las palabras del mundo. La unidad consagrada, aunque fuera cosa de minutos o de un solo acto. No se pudo, no se dio la foto, pero sí el discurso. La ocasión era para decir lo bueno e ignorar lo malo. Recordar la historia del partido, enaltecer la figura del fundador y líder, y trazar las coordenadas de futuros triunfos. Pero no, Fernández no se contuvo y recriminó a los ausentes. Dijo que no era suficiente ponerse en fila, y en fila india están los compañeros que al igual que él aspiran a encabezar la boleta del PLD. Parece que se la van a dejar pasar, que no le tomaran en cuenta el ataque, y ni siquiera lo van a colocar delante del espejo de palabras anteriores. El hombre que habló de la fábrica de presidentes, no puede ahora excluir a los que se consideran productos terminados. Moisés con la Tabla de la Ley…

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