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UNA MIRADA

México frente a un terremoto político

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Nikauly de la MotaSanto Domingo

Hace un poco más de una semana Andrés Manuel López Obrador inició su histórica presidencia y de inmediato puso en marcha las promesas de campaña y tomó medidas que han causado estupor en diversos sectores.

La puesta en venta de helicópteros, del avión presidencial, la rebaja de sueldos a funcionarios, la propuesta de aumento salarial para los pobres, la decisión convertir el lujoso Palacio de los Pinos en un museo y no vivir allí, y crear una comisión de la verdad para indagar qué pasó con los 43 estudiantes desaparecidos, han sido sólo el parte de un rosario que ha provocado un terremoto en México y que han demostrado que no vino para ser un mandatario más que se tercia la banda presidencial.

Se le ha acusado de radicalidad, pero otros ven que sólo trata de acabar con la opulencia en que viven algunos sectores. He indagado personalmente a más de un centenar de mexicanos y me han expresado que más que gustarle el Lopezobradurismo, votaron por él para castigar las corruptas administraciones del PAN y el PRI. En un país cuya pobreza extrema es de 43.6 %, los privilegios del sector privado, y los sueldos exagerados de los servidores públicos, irritan, y López Obrador se ha empecinado en acabarlos.

AMLO ha prometido no comprar voluntades, ni conciencias y hacer un gobierno transparente, y por lo visto lo que ha ocurrido en su primera semana, la cosa va en serio. Sin embargo, sus propuestas han provocado choques con los demás poderes del estado y a la vez preocupación e incertidumbre en la clase política, que se ha visto amenazada con que se empiecen a cambiar las reglas de juego.

La suspensión de la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México ha sido un punto sensible. El horror de ciertos poderosos.

Si se estudia el rosario de propuesta uno se da cuenta de que López Obrador pretende sanear el gobierno de arriba abajo y hacer una administración austera. La reducción de escolta, viáticos, asesores y una caterva más de insensateces, apuntan en ese sentido.

En términos personales, él ha dado el ejemplo: no vive en Los Pinos, se rebajó el sueldo y viaja en aviones comerciales. Ha solicitado que sea suspendido el fuero del que gozan los funcionarios y hasta el suyo propio el de su esposa y el de sus hijos para que en caso de infringir la ley puedan ser procesados por la justicia.

Hay quienes celebran estas disposiciones, otros ven mucho apresuramiento, cuando él tiene seis años para hacer cambios sustanciales.

Está por verse si en un sexenio puede cumplir tantas promesas, algunas que parecían impensables como la de crear 100 nuevas universidades o de desplazarse sin seguridad.

El tiempo dirá si esto es solo un terremoto pasajero o es la soñada y esperada transformación que la mayoría de mexicanos anhela. La verdad es que es el momento de Obrador, de este tabasqueño de 64 años que dio sus primeros pasos en la política a sus 19 años. Y a juzgar por sus ejecutorias, no está dispuesto a cedérselo ni hacer concesiones gratuitas a nadie.

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