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UMBRAL

Danilo fuera del cerco

Las señales avanzan hacia un panorama más claro, más definido y tranquilizante para la sociedad. Las crispaciones parecen cesar, y en esa medida el estrés social y político se diluye en un ánimo de trabajo y perfiles esperanzadores, con tendencias a soldar y suturar las fracturas y heridas que íntimas comunidades políticas se causaron a fuerza de empellones, los que se activan cuando la lucha por el poder convierte a éste en un fin y anula la práctica y el discurso que dan contenido y sentido democrático al ejercicio que gestiona desde el Estado, el bienestar común.

En un aparente frenazo a la glotonería del oportunismo, quien conduce la nación nos va devolviendo el sosiego, pues en los últimos acontecimientos de interés nacional puso sordina a su cerco para colocar el oído en el pecho de todos; comenzó a escuchar las palpitaciones ciudadanas, aquellas que por momentos parecían campanadas de trastornos diurnos o chillidos nocturnos desveladores. En cualquier caso, unísonos reclamos que en principio aparecían en solitarios, aislados o dispersos, se fueron haciendo coro, masa, masas: multitudes agrupadas en partituras armónicas y desafiantes. Un ascenso asistido desde un liderazgo hermano, fue revalidado por la contundencia de un triunfo impulsado por el buen desempeño, una oposición “desbrujulada”, oro y plata desparramados en la Asamblea Nacional Revisora y, como si fuera poco, la creación de obras de artesanía barata, que ofenden el pudor político, para escupir estiércol sobre el “compañero adversario” que pudo amenazar la continuidad que siguen acariciando los flotadores que “la plebe” identifica por el hedor a ajo, hélices (¿y avión perdido o retenido por causas oscuras?), más otras huellas opacas pero de fácil rastreo.

Las cosas se acomodan, pues desde el Consejo Nacional de la Magistratura, bajo la coordinación del jefe del Estado, se comienza a contar una historia más limpia. Él estuvo al mando. No el anillo; no los secuestradores que reparten pus y confiesan en la intimidad que no son políticos, que son técnicos y empresarios (“lumpemburgueses”) dispuesto a ayudar a un amigo. Obviamente que el pueblo sabe que “colaboran” con su carnal porque van en busca de una rentabilidad rápida que se agencian con las “facilidades” que les da el Gobierno para competir de manera ventajosa frente a los que ellos consideran colegas.

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