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Unidad nacional fue la clave

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VINICIO A. CASTILLO SEMÁNSanto Domingo

En la semana que acaba de concluir nuestro país afrontó uno de los peligros mayores a que se le haya sometido desde su fundación en 1844. Un “palo asechado” contra su soberanía en materia migratoria se había fraguado durante 18 meses, sin que la población tuviera el más mínimo indicio de lo que se estaba cocinando con relación al denominado “Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular”.

Como pocas veces en la historia dominicana ha ocurrido, en horas, la sociedad dominicana reaccionó admirablemente ante tal peligro. Se produjo una unidad nacional sin precedentes con relación al rechazo de la decisión del gobierno dominicano de ratificar lo que ya había aprobado en dos ocasiones a través de misiones intergubernamentales en la ONU.

Quiero reconocer en este artículo la labor responsable de la prensa nacional, en cabezada por su buque insignia y su decano el Listín Diario, y su director Miguel Franjul, que llamaron la atención del país y del gobierno acerca del peligro que asechaba la República y su soberanía en materia migratoria en caso de que se firmara dicho Pacto.

El poder de las redes sociales, igualmente, se puso de manifiesto. En horas las principales voces del liderazgo político, social y empresarial del país pudieron expresarse con la presteza y la urgencia que las circunstancias ameritaban. El principal partido de oposición, el PRM y su principal líder, mi amigo Luis Abinader, fijaron posición clara de rechazo ante la ignominia en curso, desechando las presiones de grupúsculos antinacionales, que bajo el chantaje de las etiquetas ideológicas, han intentado frenar la toma de posiciones claras y firmes sobre el tema migratorio y de la soberanía nacional en ese partido de oposición.

Dentro del propio partido de la Liberación Dominicana (PLD), el alcalde de Santiago, Abel Martínez Durán, en presencia del presidente de esa organización, Dr. Leonel Fernández, “tiró paqueticos” en contra del Pacto de ONU sobre Migraciones. Nos unimos los dominicanos de buena voluntad, sin ideología, sin banderas partidaristas, a exigirle al gobierno del presidente Danilo Medina que no podía entregar la soberanía del país con la firma de dicho acuerdo internacional.

El presidente Danilo Medina en la mañana del lunes pasado recibió una encuesta de la DIAPE, en la que se consignaba que el 96% de los dominicanos rechazaba la firma del Pacto de ONU. Ante esa circunstancia el presidente Medina hizo lo correcto y le informó al país, a través del consultor jurídico Flavio Darío Espinal, que su gobierno no firmaría dicho instrumento internacional, ni enviaría delegación alguna a Marruecos.

El país debe saber que fue el Ministerio de la Presidencia el impulsor esencial de las firmas de dicho Pacto. El gobierno no sólo lo había firmado, sino que, como bien dijera el Embajador de la Unión Europea en el país, había tenido un rol activo “importante y dinámico” entre los países impulsores en el seno de la ONU.

El grupo del ministro Montalvo quedó derrotado en su pretensión de imponer al país su visión acerca del tema migratorio. La clave fue la información y la alerta oportuna, pero sobre todo la gran unidad nacional y consenso que se logró para rechazar la ignominia que en la práctica y su ejecución disolvía la nación dominicana.

Lo ocurrido explica la profundas diferencias que se dieron a lo interno del gobierno desde el inicio del primer mandato del presidente Medina, cuando un poderoso sector encabezado por el ministro Gustavo Montalvo enfrentó las posiciones de la Fuerza Nacional Progresista (FNP) bajo el alegato de que representábamos la “derecha recalcitrante”, “xenófoba” y “antihaitiana”.

En la disyuntiva que se presentó con el Fallo número 168-13 del TC, estas contradicciones se profundizaron. Nosotros en la Fuerza Nacional Progresista defendiendo el fallo del TC, la nacionalidad dominicana y la soberanía nacional, y el sector encabezado por el Ministro de la Presidencia y de la llamada Sociedad Civil, en una guerra soterrada, en combinación con organismos internacionales como la ONU, OEA y CIDH, para revertir la decisión del Tribunal Constitucional No.168-13 y tomar el control absoluto de la política migratoria del país y de la seguridad de la frontera para fines claros de una creciente haitianización de nuestro país. El presidente Medina escogió su camino en favor de la visión supuestamente “liberal” que ha permitido este desastre que hemos vivido en los últimos tiempos frente a la invasión haitiana y la entrega de nuestra soberanía a organismos internacionales. Se pretendió con el Pacto de la ONU una sombrilla de un tratado internacional, que conforme a nuestro régimen jurídico tiene carácter constitucional, para oficializar lo que ha sido la política del gobierno inspirada por el señor Montalvo: cargar con los problemas haitianos en el territorio de la República Dominicana, otorgándoles a éstos de manera gratuita los servicios básicos que su país les ha negado y, sobre todo, la documentación que Haití se ha negado a darles, llegando al extremo de querer convertir esta aberración en “apatridia”, eje de la acusación central contra RD. Es toda esa maquinación artera la que ha sido derrotada por la unidad del pueblo y de la sociedad dominicana.

¡Viva la República Dominicana! ¡Viva Juan Pablo Duarte y los Trinitarios! ¡Viva Gregorio Luperón y los Héroes de la Restauración! ¡Se probó que aún hay mucha Patria!

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