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CONTANDO LOS HECHOS

Mi primera visita a Haití

Era el verano de 1959. Solo hacía un par de semanas que me había embarcado en el muelle de la entonces Ciudad Trujillo en el barco de turistas Evangeline, cuyo director de Cruceros, Frank Dorman, me había ofrecido el puesto de Director Asistente, o su ayudante. Noté el hecho de que el próximo viaje de diez días por el Caribe incluía la Ciudad de Puerto Príncipe, Haití, un Haití que yo sabía muy cerca, pero que sentía muy lejos. Me resultaba atractivo y misterioso.

Aunque ya había visitado otras islas del Caribe como Jamaica, Puerto Rico y las Bahamas, Puerto Príncipe y su entorno me resultaron todo lo diferente que hubiera podido imaginar. La ciudad llana y bulliciosa junto al mar, con signos de mucha pobreza. El Petionville de la clase media alta y rica, de las galerías de arte y los buenos restaurantes. Siguiendo hacia arriba el Boutilliers, sede de la casa del ron Jane Barbancourt, donde el alemán Linge y la heredera de Barbancourt daban a probar los diferentes licores de frutas tropicales en base de ron que ellos producían y vendían. Siguiendo hacia arriba llegábamos al tope, a Kenskoff, donde Mrs. White, supervisora de la más grande tienda de Haití en la época, La Belle Creole, generalmente recibía al grupo para mostrarle la boutique especializada que allí tenían.

Recuerdo que lo que más me impactó en ese primer viaje fue el hecho de que a la llegada al muelle, temprano, subieron a bordo las autoridades de Inmigración y Aduanas. El oficial de Aduanas se llamaba Pierre Delvas, estaba con su uniforme formal, azul y corbata negra y un quepis azul tipo policial. Para la tarde de ese día teníamos anunciada una muestra de vudú, que por lo riesgoso de los barrios en Puerto Príncipe el presidente de la compañía de viajes que nos daba servicios, Pierre Chauvet, quien se convertiría en mi gran amigo personal y quien se vio obligado a buscar asilo político en Puerto Rico durante la Dictadura de Duvalier, nos había recomendado hacerlo a bordo. Su hijo Pierre Chauvet Jr., sigue presidiendo la empresa y hoy en día es el presidente de la Asociación de Empresas Turísticas de Haití. Cuán grande sería mi sorpresa cuando al ver al Sumo Sacerdote de la ceremonia, en su atuendo típico, reconocí al que en la mañana había conocido como circunspecto oficial de aduanas. En el viaje posterior llegué a preguntarle a Pierre Delvas cómo eran posibles esas dobles funciones tan disímiles. Él me contestó: “Sr. Pérez, aquí en Haití, para sobrevivir, hay que hacer un poco de todo”.

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