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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¿Sabes silbar?

Apuesto a que, alguna vez en la vida, has silbado. A ver, pruébalo de nuevo. Una, dos y tres: yaaaa! ¡fuiiiiit-fiuuuuuuuuu! Lo hiciste bien. Aunque me da la impresión de que en nuestras ciudades ya la gente silba menos: mala señal.

Bueno, hay excepciones. Veo todos los días, por la calle donde vivo, a un señor que recoge hierros viejos y otras chucherías. Cuando pasa frente a la Iglesia se detiene y, desde la calle, le tira una breve oración a Quien hizo el silbido del viento. No se cansa de silbar y así se alegra él y le hace la vida llevadera a quienes lo oyen.

A veces dejo volar mi fantasía y veo nada más y nada menos que a Trump, Putin, Xi Jinping, Merkel, Theresa May y hasta al Papa Francisco haciendo una competencia a ver quién silba mejor. “Cosa más grande la vida, chico,” diría Tres Patines.

No sé si la gente seguirá silbando cuando se da una ducha, pues el cuarto de baño es tradicionalmente el sitio ideal para uno darse una “silbadita” de desahogo por las fatigas del día. Porque silbar es una catarsis en la que se deja volar el pensamiento hacia la dimensión alegre y poética de la vida.

Si la gente silbara más, habría menos problemas. Estoy pensando organizar un concurso de silbidos y hasta una caminata para reivindicar el derecho a silbar. Quiero preparar un proyecto de ley para que el Congreso declare el Día Nacional del Derecho a Silbar y que se promulgue, esperando no saquen por las greñas algunas causales para observarla.

Les puedo asegurar que la obra de Don Bosco empezó silbando, un 8 de Diciembre del año 1841, cuando encontrándose con un muchacho huérfano, abandonado y analfabeto, le preguntó si sabía silbar.Tal vez no sabía muchas cosas, pero silbar sí. El muchacho se llamaba Bartolomé Garelli.

De ahí en adelante, el canto, la música y la alegría se hicieron parte imprescindible del sistema educativo de Don Bosco, dirigido preferencialmente a los muchachos de la calle, que eran y son el desecho de los barrios y ciudades. La educación salesiana se implementa a base de silbidos, guitarras, tamboras, maracas y güiras.

¿Sabes silbar? Si no sabes, aprende, pues te va a ser muy útil. Silbar es ponerle el lado dulce a la vida y abandonar la tristeza,como el mismo Don Bosco decía: “Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía”.

Aprende a silbar en los momentos buenos y cuando el peso de la carga se hace sentir en el camino. Ojalá puedas silbar en tiempo de salud y cuando la enfermedad toca tus puertas.

El Adviento y la Navidad es un bonito tiempo para silbar.

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