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PENSANDO

Nuestra visita al Congreso

Las operaciones del béisbol en República Dominicana deben ser cónsonas con la educación de nuestros jóvenes prospectos. La deserción escolar provocada por agentes inescrupulosos para lograr prosperidad es inadmisible en una sociedad que invierte el 4% del PIB en la educación. El ascenso académico de nuestros jóvenes, menores de edad en su mayoría, debe ser concomitante con la instrucción y preparación física y mental del beisbolista. Hay que recordar que en el país se trabaja en esta actividad económica mayormente con menores de edad y sus tutores, para llegar a acuerdos contractuales profesionales que no pueden ni deben comprometer el nivel académico de estos menores, porque no todos pueden quedarse insertados en el béisbol organizado, pero sí todos pueden ser buenos ciudadanos en su formación, y con ella poder ser económicamente activos para impulsar el bienestar de sus familias. Con gran preocupación, hemos observado cómo agentes inescrupulosos dentro de la industria se lucran en estas negociaciones contractuales, al margen de garantizarles la educación, además de evadir sus compromisos fiscales, como si se tratara de un festival de evasión de impuestos con el Estado dominicano; siendo precisamente el Estado facilitador de dichas operaciones, sin el retorno y la reinserción social de estos menores a actividades productivas de la sociedad. Estamos prestos a identificar esta práctica que no solo afecta la educación de nuestros jóvenes, sino también la acción criminal de inducirlos al dopaje, para así lograr mejores niveles de rendimiento y optar por mejores proporciones económicas en un abultado contrato. Precisamente visitamos el Congreso de la República y depositamos una Carta de Intención para compartir con nuestros legisladores esta actividad que desde hace mucho tiempo consideramos una práctica nociva a una materia prima, como lo son los menores y jóvenes prospectos del béisbol, y así lograr una legislación que los proteja como deber del Estado dominicano, con sus jóvenes promesas. Esperamos de la receptividad de nuestros congresistas para presentarles un anteproyecto de ley que regule y penalice esta práctica irresponsable. Enarbolemos el concepto de que “con el béisbol y la educación”, seremos mucho mejor.

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