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TESTIGO DEL TIEMPO

Caravana migrante, hordas inducidas

Nueva York.- Cuando la realidad imita la fantasía, convierte nuestro pasado remoto en un presente desconcertante, y crea grandes confusiones.

En la película El Padrino, mientras Michael juraba seguir a Cristo, sus hombres asesinaban competidores cumpliendo sus órdenes.

Imitando esas escenas, primero Europa le entregó el Premio Nobel de la Paz al presidente Barack Obama, después, bombardeos europeos y estadounidenses destruyeron Libia.

Como resultado, miles de libios se echaron al Mediterráneo camino a Europa, buscando alimentos y seguridad.

La primera caravana migratoria inducida del siglo, fue acuática.

En la “Guerra Contra las Drogas”, armamentistas estadounidenses le vendieron a ejércitos y narcotraficantes latinoamericanos, destruyendo sociedades, empujando a miles de centroamericanos hacia Estados Unidos.

La segunda caravana migratoria inducida del siglo, es terrestre.

Esas caravanas replican aquellas hordas, las primeras asociaciones humanas, tribus nómadas buscando alimento y refugio. Tres grandes hordas cambiaron la historia.

La primera salió de Egipto, liderada por Moisés, arrasaron con todo camino a su “tierra prometida”, iniciando el actual conflicto judío-palestino. Moisés luego les impuso una ley prohibiendo crímenes, robos y promiscuidad, que la Biblia atribuyó a Dios, pero los historiadores lo asocian al babilónico Código de Hammurabi.

Luego los reyes Atila y Gengis Kan, de Humos y Mongoles respectivamente, dirigieron grandes hordas, estableciendo temibles imperios.

La caravana centroamericana replica a los libios, otras surgirán, estos movimientos suelen auto replicarse. El biólogo británico Richard Dawkins, en su libro “El Gen Egoísta”, define esas réplicas como “Memes”, refiriéndose a genes que se auto replican.

Las hordas originales surgían orgánicamente, las dirigían caudillos, hoy son inducidas, sin líderes, con estructuras horizontales, esencialmente anarquistas.

Esas diferencias esenciales producirán desenlaces diferentes, hoy debemos imitar al Cándido de Voltaire: “Esperar y confiar”, que ocurra lo mejor.

Nuestra “civilización avanzó” hasta la prehistoria, la elíptica rima de la historia tiene un perverso sentido del humor.

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