Institucionalidad

El presidente del Tribunal Constitucional, magistrado Milton Ray Guevara, proclamó que ese órgano superior del Estado es independiente y que a los jueces que lo integran nadie les dice lo que deben hacer o no hacer. Yo lo creo así, porque la diversidad de pensamiento, de personalidad y hasta de procedencia de sus integrantes, entre otros factores, contribuye al trabajo en equipo, a la equidistancia y al equilibrio institucional. Partiendo de cero, y todavía sin un local funcional y acorde con la jerarquía signada en el ordenamiento institucional de la nación, el órgano en cuestión -y los jueces que iniciaron el loable trabajo- han cumplido con creces con el rol encomendado. Al punto de que muchos creamos, de verdad, que lo mejor que le ha pasado al país en todos sus últimos aprestos de reforma -algunos de ellos perturbadores- es la creación del Tribunal Constitucional, a juzgar por los esfuerzos desplegados desde el mismo porque en el país se instaure una cultura de orden y de respeto de la ley. Eso tenemos que aplaudirlo, continuarlo y protegerlo, ¿cómo?, ahora que estamos en la puerta de sustituir a tres jueces que agotan su plazo, y a otro que llega al tope de edad; escoger entre los aspirantes -donde hay muchos muy buenos- a gente sin sesgo, y que no despierte sospecha de que va a defender intereses particulares, buscada y valorada en función de un perfil que garantice conocimiento de la materia y compromiso con las tareas del fortalecimiento institucional pendientes. Al liderazgo político representado en esta coyuntura en el Consejo Nacional de la Magistratura, en especial al presidente Danilo Medina, le corresponde escoger lo mejor y más conveniente, en función del legado que esos árbitros le puedan aportar al país con una sabia escogencia que trascienda por su aporte a lo institucional. En la lista hay nombres sonoros, como Castillo Pantaleón, que no es juez porque citó a Balaguer con el caso Orlando Martínez, y el magistrado José Alejandro Vargas, firme, serio y con historia de cargar pesado, sin mirar para ningún lado. Y está el secretario del Tribunal desde su inicio, el profesor y egresado de la materia constitucional de varias universidades extranjeras Julio José Rojas Báez, quien por el solo hecho de ser soporte, filtro y pieza clave en la labor jurisdiccional del conjunto de jueces, no debe quedar fuera. Tiene la formación profesional, está adentro de la institución, en el día a día de la misma, y nadie como el Secretario está al tanto de lo que se ha hecho en materia de sentencias, de lo que se hace allí o de lo que todavía hay que hacer en el Constitucional, acumulando una experiencia privilegiada que vale aprovechar.