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Un muro no es la solución

El pasado fi n de semana una turba de haitianos armada con machetes, punzones, piedras y palos, irrumpió en este lado de la frontera secuestrando a varios ciudadanos dominicanos en represalia porque una unidad del Ejército apresó e incautó la motocicleta en que se desplazaban dos haitianos indocumentados.

Este hecho tuvo amplia divulgación porque entre los secuestrados se encontraban destacados profesionales de la salud, y porque se divulgaron videos donde aparecen dos soldados dominicanos portando fusiles mientras observaban con ojos contemplativos esos actos vandálicos.

En cualquier frontera se producen incidentes, siempre han sido lugares de tensión. Lo inadmisible es que las autoridades llamadas a velar por la integridad territorial abdiquen de su responsabilidad y miren para otro lado mientras una banda de extranjeros irrumpe en territorio ajeno para delinquir e intimidar a la población local… Aunque la culpa no es de los soldados, que evidentemente tienen la orden superior de no actuar ante este tipo de episodios y evitar a toda costa generar confl ictos con los haitianos. Se supone que por temor de las autoridades dominicanas a las presiones internacionales que nacen del papel de victima que los vecinos interpretan tan bien ante cualquier confl icto con la República Dominicana.

Este acontecimiento ha despertado la indignación de una amplia mayoría de la sociedad, dando pábulo a la esquizofrenia nacionalista y a la retórica populista que exigen la construcción de un muro a lo largo de toda la línea fronteriza.

Y un muro no es la solución al complejo problema migratorio que tenemos en República Dominicana.

Ya que si bien es cierto que algunas barreras físicas de distintas características en ciertos lugares estratégicos podrían resultar efi cientes para fortalecer el control fronterizo, este es un problema que debe abordarse de manera seria e integral, y buscando soluciones que partan de políticas públicas coherentes y duraderas.

En materia de seguridad, antes de botar miles de millones de peso en un muro, debería invertirse en el fortalecimiento del Cuerpo de Seguridad Fronteriza (CESFRONT) y de los puestos militares que se encuentran en la zona.

Dotarlos de avituallamiento y de equipos de transporte y comunicación adecuados.

Y es que, sin ánimos de justifi car la inacción de los soldados que observaban la turba de haitianos delinquir de esta lado de la frontera, la verdad es que poco podían hacer. Esos hombres estaban solos en ese puesto, sin medios de comunicación ni de transporte, y por tanto sin posibilidades de reportar el incidente para recibir respaldo de otras unidades o de confi rmar una orden si se vieran precisados a actuar… Y así es como sirven en la frontera los pocos efectivos que se encuentran apostados en la única zona estratégica de defensa del territorio que estan llamados a resguardar.

Si en este país existiera una política de seguridad fronteriza coherente, al menos tres de cada cinco miembros de las Fuerzas Armadas estarían desplegados en la frontera y zonas aledañas, recibiendo buenos salarios y residiendo en comunidades construidas por el Estado, sólo para esos militares y sus familias, con buenas escuelas y centros médicos… Y sobre todo con la autoridad y el apoyo de los mandos superiores para ejercer su trabajo y darse a respetar, para proteger la integridad territorial y enfrentar cualquier actividad ilícita que se produzca en la zona, incluyendo la inmigración ilegal.

Pero el problema más grave de la frontera es el abandono, que se remonta a décadas y que se ha acentuado con los años… Y eso no se resuelve con paredes, si no políticas públicas.

Hay que dominicanizar esa zona cada día más despoblada como consecuencia de la falta de empleos y condiciones de vida dignas, que empujan a los habitantes de las provincias fronterizas a salir de allí detrás de alguna oportunidad para mejorar su existencia… Y eso sólo se consigue con un programa de inversión pública y de incentivo a la inversión privada coherentes con planes bien articulados y duraderos, que fomenten la creación de riqueza y empleos aprovechando las potencialidades de la zona fronteriza en sectores como el turismo, la agropecuaria, la manufactura y el comercio.

Se cuentan con los dedos de una mano las obras de infraestructura importantes o inversiones para el desarrollo realizadas en las provincias fronterizas en las ultimas décadas… Y sobran dedos.

Debido a ese estado de abandono y desolación que padece la frontera, lo acontecido el pasado fi n de semana con los destacados profesionales de la medicina, ocurre con muchísima frecuencia… Sólo que el resto del país no se entera.

En esta ocasión les sucedió a fi - guras relevantes de la sociedad, por lo que el resto del país esta mirando por un momento hacia esa frontera a la que siempre ha dado la espalda… Aprovechemos por tanto la coyuntura para exigir a las autoridades soluciones reales y duraderas para un problemas creciente como es el abandono de la frontera… Y no perdamos tiempo con tonterías que sólo pretenden emular la patética retórica populista de Donald Trump y del neofascismo europeo.

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