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DAR EL EJEMPLO

La familia como modelo de cambio

Quizá sea una oportuna casualidad que el mes que representa la víspera de las festividades navideñas, cuando el mundo creyente celebra el nacimiento de Jesús, sea dedicado a la familia. Pero es así. Noviembre es consagrado a pensar en esa gran institución como referente y marco teórico-práctico de nuestros comportamientos como entes sociales y racionales. Y una vez más estamos convocados a echar una mirada consciente y crítica a la estructura familiar, vista como el punto de partida del proceso mediante el cual se forman y delinean conductas.

Pero observemos un poco el presente, cuyas características no son novedosas, porque se repiten a pesar de constantes invitaciones al cambio escrupuloso que demanda el mundo convulsionado que toca nuestro diario vivir. Cifras crecientes de adolescentes embarazadas, muchas de las cuales fallecen en su intento fallido de ser madres precoces; jóvenes que deambulan por esas calles de nadie, sin posibilidades para sus legítimas aspiraciones de desarrollo, la violencia psicológica y física cometida en perjuicio de los niños y de las mujeres, políticos corruptos, sin vocación de servicio, cobijados en discursos manidos, falaces y vacíos, que ensombrecen aún más el panorama.

Sigamos mirando. En el otro extremo, empleados y obreros con míseros salarios que hacen malabares para no sucumbir en una sociedad con marcadas y profundas diferencias sociales; madres solteras con hijos hambrientos, desolados, inciertos y angustiados por falta de la figura paterna. Y también esas mismas madres solteras luchando con hijos viciosos, callejeros y alejados de la formación escolar, igualmente porque la cabeza de familia apenas tiene tiempo para buscar lo necesario para que su familia no fallezca en las penurias que envuelve su realidad amarga. Sí, todavía más. Unas autoridades que abordan todo este descalabro con planes prácticamente exiguos y sin estrategias pensadas y definidas con base a realidades concretas, partiendo solo de una visión filosófica de cada problemática social y económica que afecta a cientos de miles de ciudadanos. Pero bien, ¿qué cuenta la familia en todo este escenario? Veamos. Si asumimos la familia como lo puntualizado al principio de esta reflexión, dejando de lado el abordaje convencional, quizás entendamos la génesis de todos estos males que nos afectan como nación. Si en el espacio familiar como grupo primario es donde construimos nuestra identidad individual y social, entonces cobra sentido afirmar que en ese ámbito es donde se funda la personalidad del ser del cual depende el necesario equilibrio que debe regir el funcionamiento de un Estado.

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