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VIVENCIAS

Dos modelos de cartas

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Evito por todos los medios a mi alcance copiar modelos ya sea de documentos o de lo que fuera, sin embargo, dos cartas que recibí una de unos queridos amigos que perdieron su hija en respuesta a la que le enviáramos y la otra de mi nieta Amelia Isabel con motivo de mi cumpleaños, pueden servir de ejemplo para cuando queramos enviar un mensaje que perdure.

A continuación, el texto íntegro de ambas cartas que me han servido para comprender que la esperanza no es solo de por sí una felicidad, sino un proceso natural del espíritu que nos hace anhelar lo mejor.

“Queridos Juan y Myrna. Muchas gracias por las muestras de solidaridad expresadas en sus condolencias de mi hija... gesto que nos hace fuertes ante el dolor por su ausencia. El recibo como expresión que reitera el aprecio que es recíproco, hoy convertido en privilegio afectivo. ¡A nombre propio y el de todos quienes hoy extrañamos a mi hija! ¡Gracias de todo corazón!”.

“Abuelo Juan gracias por demostrarme siempre tu amor, por quererme mucho, por llenar mi vida de alegría, por llevarme a conocer nuevos mundos, por enseñarme todo lo bueno. Cuando Dios pensó en crear algo lindo para los niños, creó a los abuelos. Mi abuelo tiene la sabiduría de un búho y el corazón de un roble. Seguramente dos de las experiencias más lindas de la vida son ser nieto o ser abuelo, pero también aprender a aprovechar a tus abuelos como yo los aprovecho. Los abuelos están para amar y arreglar cosas, hasta corazones. Gracias por inculcarme a creer en Dios desde siempre”.

De todos los premios que uno puede recibir no hay otro que pueda superar al de sabernos peregrinos del cielo aumentando la fe que profesamos y haciendo que las pequeñas cosas se conviertan en la razón que fortalece nuestra existencia y que la eleva por encima de nuestras pasiones y flaquezas.

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