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EL CORRER DE LOS DÍAS

La Biblia, o la sonrisa de Savonarola

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

(Para Faride Raful)

Y II

Después de la lectura pública del texto unificador, “Nehemías-Esdras”, Jehová no resultaba ser el Dios apacible que luego predicara Jesús. El texto, ahora Biblia legible, señalaba también lo que ahora son errores y presentaban el rostro de un Dios implacable.

En una segunda versión transformadora, la prédica de Jesús, quien se presenta como hijo de un padre magnánimo, con un corazón casi hinduista o esenio, que veía el cuerpo como el continente de un espíritu con vocación de sufrimiento, nos habla de un Dios sin resquemores, dado a contribuir con su poder al equilibrio de una sociedad humana donde deberían asentarse los principios de la justicia divina. La nueva visión de Jehová predicada por Jesús, significaba un cambio fundamental de los principios judíos anteriores. Una ruptura nada agradable para los tradicionalistas del milenario dogma bíblico. Sufrir hasta alcanzar el sacrificio para mostrar al mundo que el sufrimiento también era una muestra de agrado a Dios y de adelanto, y que la pobreza podría ser un don, y que la muerte nos llevaría al lugar donde iban, pobres, justos y admiradores de la divinidad que el representaba , y pecadores arrepentidos. Jesús cambiaba los argumentos de la tradición e instauraba la nueva visión de un Dios coherente. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, le predijo al llamado Buen Ladrón.

¿Cuál de estos dos Jehovás es el que vamos a dar a conocer en las escuelas públicas? ¿Los aceptamos a ambos? ¿Escogeremos de biografías intocables solo sus valores más elevados? ¿Entonces, desmembraríamos sus biografías para una disección bárbara por miedo a las tantas verdades denunciadas por la Biblia o aceptaríamos al hombre y su historia, al hombre y su medio cultural, en fin, al hombre integral, o como diría José Ortega y Gasset, al hombre y sus circunstancias? ¿Afirmaríamos como valederos los dogmas ahora negativos? ¿Creeríamos que los errores típicamente humanos de Jehová hay que pasarlos por alto porque Dios es Dios, si aceptamos las historias mosaicas o las de los libros de las viejas concepciones de un pasado donde muchas veces la moral bíblica no puede tenerse en pie?? ¿O en cambio aceptamos a un Cristo bíblico por fuerza de los que fusionaron los textos y salvaron la imagen, ahora hibrida, de un Jehová con las decadencias traídas desde Babilonia, en principio por el Padre Abraham, y luego reveladas por Esdras y Nehemías, en su momento funcionarios de Persia, al leer honestamente su versión de lo que fue la Biblia original, compilada ya en el siglo V antes de Cristo, con sus luces y sus sombras?

Creo que los hablan de La Biblia con la finalidad de su lectura en las escuelas, deben leerla con mayor calma. Lo mismo puede decirse de los tantos predicadores improvisados y confundidores que llevan la Biblia bajo el sobaco, como llevaban los vaqueros del cine mudo una gran pistola amenazante. Analizar lo bueno y lo malo de la Biblia misma para la sociedad que vivimos no es tan fácil. Debe ser labor de independencia y sapiencia, de intima justicia para entender los textos. No es una labor para improvisados y menos para fanáticos bíblicos de orejas en pie para captar y repetir. Son miles de paginas y cientos de interpretaciones las que circulan ya por el espacio sideral, y las que se desplazan, cada una impulsada por su propaganda interesada: la de los traductores, griegos, españoles, alemanes, árabes, las de los copistas, las de los que todavía no saben cómo eran los mundos de aquella época y quieren, oh Dios mío, convertirse en maestros bíblicos. Aun son muchos los religiosos que no han echado un ojo crítico sobre el llamado “libro sagrado”.

Presiento que entraremos de nuevo al siglo XVI, y que Savonarola prepara la quema del saber que no conviene a su postura.

Faride Raful tiene toda la razón. Ella piensa, luego insiste. Hemos avanzado mucho desde que América fue unificada a sangre y fuego y libros como La Biblia siguen siendo textos explosivos, pólvora de estudio en vez de aprendizaje desinteresado. .

No se puede hablar de lo que no se conoce. No se puede colectivizar la ignorancia dotándola de superfluidad repetitiva. No se puede enseñar lo que no se sabe a fondo sin producir un daño en los demás, o pasar de una fuente bibliográfica universal al dogmatismo. Se habla deportivamente de un libro lleno de verdades, mentiras e imaginaciones. De un libro que, llegado de la cultura judeocristiana, debe estudiarse a nivel de las universidades, pero jamás imponerse como el dogma de una o varias clases sociales. Existen ya universidades bíblicas y cada una tiene versiones de su interés. Nos gustaría saber dónde se apoya el interés ideológico de los promotores de las exegesis escolares. La Biblia puede ser apreciada en muchos casos como un contenido epocal de “valores muertos, o resucitados” por algunas culturas. Dotados de una resurrección acomodaticia. El cristianismo, con sus millones de fieles, ha sido el propagador de las dos Biblias. Es lo que se ve a distancia. Hay otras fuentes, otras religiones, otras historias. No se debe hablar de “La Biblia” como una unidad. No hay nada mas contradictorio que el llamado Nuevo Testamento donde Jesús presenta su imagen de un jehová algo distante de la tradición judaica y del Viejo Testamento, con un Jehová al que vemos como un soberano de acciones hoy dictatoriales. Fue ese el Jehová latinizado que llego a América con los curas conquistares, un Jehová presentado como castigador para los conquistados, acompañado de un Jesús defensor del oprimido. Las contradicciones de ambas posturas hoy continúan.

Quizás la primera imagen histórico-religiosa fundida en el alma de miles de creyentes, es la de la normalidad de la dictadura. El dictador con poder para destruir su creación, para participar en acciones bélicas a favor de sus súbditos. Jehová pasó a la historia de las religiones como “Dios de los Ejércitos”. El ser humano militarizo y le dio todas las medallas, diplomas y reconocimientos, y, desde luego, se acostumbró al castigo y se hizo cargo de culpas generadas por la divinidad.

En la mentalidad conquistadora este jehová fue clave para amedrentar y aun para castigar. Entonces ¿de qué Biblia estamos hablando? ¿De cuál de los Jehová?

Pienso en Savonarola, dando fuego a los objetos de la vanidad, y me sonrío más que inocentemente.

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