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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Eucaristía, matrimonio y extremaunción medievales

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

La Edad Medía tardía, durante los siglos XIII, XIV y XV conoció dos obligaciones respecto de la Eucaristía, la ya mencionada de recibir la comunión por Pascua y la de ir a misa los domingos y días de fiesta.

La obligación de comulgar y confesar una vez al año, durante el tiempo pascual, era tomada muy en serio, no cumplirla conllevaba la excomunión. En ocasiones, el párroco podía dispensar si conocía algún motivo serio que permitiera diferir el cumplimiento de este mandato. Por lo que conocemos de la Inglaterra tardo medieval, el cumplimiento era universal.

A los cristianos medievales la obligación que más les costaba era la de ir a misa todos los domingos y días festivos. El modo y manera en que esta obligación se implementó variaba mucho de región a región en un continente de comunicaciones lentísimas. En algunos sitios, se pedía que se oyera la misa entera. En otros, se exigía que fuera en la iglesia parroquial y no en ninguna privada o las iglesias de las pujantes órdenes mendicantes. Norman Tanner sorprende al afirmar: “la información de que disponemos sugiere que la no asistencia a misa era común y estaba bastante difundida”.

Un reporte de Norwich, Inglaterra sobre los miembros de un jurado, informa de la acusación a nueve vecinos de no ir a misa los domingos y a tres de mantener abiertas las tabernas durante los servicios religiosos. “El sentido práctico hacía que resultase tolerable cierto nivel de inasistencia”. Era público que algunos señores no permitían que sus sirvientes asistieran los servicios religiosos. No faltó la queja de que algunos iban a la iglesia a establecer relaciones sociales o porque no tenían nada que hacer. Tanner recoge el lamento de un párroco inglés: mis parroquianos “no vienen ni siquiera tres veces al añoÖ meten ruido, cuentan chistes, besan a las mujeres y no prestan atención al servicio, sino que se burlan del sacerdote, diciendo que se duerme en la misa y les retrasa el desayuno”. Recuérdese que para comulgar había que estar en ayunas dese la noche anterior. Ya en el siglo XIII eran raras las concelebraciones.

La Iglesia medieval tuvo muy claro que los ministros del matrimonio eran los mismos contrayentes. En el 1215 el Concilio de Letrán IV estipulo que al momento de casarse tenía que estar presente un sacerdote. Se insistió en que el matrimonio debía ser público, pues abundaban los casamientos clandestinos. A este respecto, se les hicieron serias advertencias a los sacerdotes que se prestaban a ello. Según Tanner, los matrimonios clandestinos se tuvieron por válidos hasta el Concilio de Trento (1545 - 1563).

La Iglesia establecía claramente sus exigencias, pero hubo fieles que desafiaron a la Iglesia cuando sus normas les resultaban incómodas. La Iglesia empleó su autoridad moral y peso social para regularizar “situaciones de larga convivencia irregular”.

Cuando la pareja no estaba dispuesta a casarse se le instruía acerca de las implicaciones de ese género de vida. Fundamentalmente la Iglesia hizo dos cosas respecto del matrimonio: insistir en la disciplina moral y arbitrar acerca de las pretensiones individuales de muchos contrayentes o las quejas de la comunidad acerca de personas que llevaban una vida abiertamente escandalosa. Fue en el siglo IX que la Iglesia comprendió la extremaunción como sacramento. Fue muy recomendada pero, nunca se consideró, ni obligatoria, ni necesaria para la salvación.

En algunos lugares, no faltaron cristianos opuestos, en otros, la buscaron. La Iglesia pedía la reverencia cuando el sacramento era llevado en procesión y a los sacerdotes que respondieran prestos al llamado del enfermo, así fuese a medianoche. La Iglesia se esforzó por crear la conciencia entre sus fieles de la importancia de la extremaunción. (Norman Tanner, S.J., 2011, Breve Historia de la Iglesia Católica, 90 - 92). Estudiemos ahora algunas devociones medievales.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM mmaza@pucmm.edu.do

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