OTEANDO
La causa de su derrota
Desde hace mucho vengo afirmando que la causa final y eficiente de la permanencia en el poder del Partido de la Liberación Dominicana reside en la vocación de unidad que le imprimió su fundador, el profesor Juan Bosch.
Es una cuestión en la que no reparan nunca -por visible que se haga- los líderes de los partidos opositores que se solazan apostando a una división interna del PLD, de una intensidad tal, que se traduciría en la salida definitiva, de esa formación política, de uno o más líderes con la decisión de fundar tienda aparte.
Y así van forjando el entramado de su estrategia de campaña con un contenido aleatorio como lo es el elemento de la eventual división del PLD, que nunca se ha verificado y que, si observamos bien la historia de ese partido, no creo se verificará tampoco ahora.
Y es que la dirigencia del PLD está compuesta por hombres y mujeres que han estudiado la composición social de nuestro país, su historia política, pero sobre todo, han observado la constancia en el comportamiento estadístico de las divisiones partidarias que ha vivido éste y los resultados cosechados por quienes las han propiciado y por los que la padecieron.
En el partido reformista, por ejemplo, después de la muerte de Joaquín Balaguer, todos se creyeron líderes, todos se creyeron con las competencias para sucederlo, habiendo producido esto innúmeras facciones que aún hoy andan en pugna y desbandada. Ese fenómeno ha impedido que la población vire hacia ellos su mirada electoral y ha provocado que los considere incapaces de hacerse cargo de algo tan vasto y complicado como la dirección de un país. ¿Por qué? Porque los percibe carentes de la suficiente grandeza como para poner el interés general por encima del interés particular.
Lo propio ocurrió con el PRD. Ese partido era el prototipo del divisionismo, desde antes de acceder el poder incluso. Conquistaron el poder por una estructura de oportunidad política que le fue favorable, pero como no tuvieron la vocación de unidad lo volvieron a perder. Luego lo volvieron a conquistar y a perder por las mismas causas. Ahora parecen haber aprendido la lección y es así como, bajo la dirección de Miguel Vargas, el primer requisito para la pertenencia es la aptitud de disciplina, factor que deja ver ya los buenos resultados, pues tienen espacios de poder desde donde pueden mostrar su aptitud para gobernar imprimiendo en ellos su visión del Estado y su disposición de hacerlo cada vez mejor.
Pero entre todos solo la dirigencia del PLD. ha mostrado, muy a pesar de sus yerros -son humanos y es imposible controlar entre tantos algunas tendencias congénitas hacia lo incorrecto-, ha sabido darle al país el sosiego que pare confianza y estabilidad. Y todo eso gracias a su vocación hacia la unidad.
Por eso, este sábado, tampoco se dividirá el PLD y los que siguen apostando a eso tendrán, en su extravío, la causa suprema de su próxima derrota.
El autor es abogado y politólogo