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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Más atención a las señales de nuestros niños y adolescentes

Cuando los padres de un niño o adolescente lo notan decaído, con falta de apetito, dolor en el cuerpo y fiebre, sin titubear lo llevan a un centro de salud para determinar las verdaderas causas de un cuadro que posiblemente termine siendo un virus gripal o estomacal.

Es la actitud correcta para prevenir cualquier mal mayor, tomando en cuenta que la insalubridad que campea por doquier ha convertido en endémicas un conjunto de enfermedades que han llevado tanto luto y dolor a las familias dominicanas, especialmente por descuido.

No ocurre igual cuando se trata de atender la salud mental a esa edad. Regularmente pensamos que los niños y adolescentes son personas libres de las preocupaciones y angustias, ante situaciones adversas e inesperadas, que son tan comunes en la gente mayor.

Por esa razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dedicó el pasado 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental a los niños, adolescentes y adultos jóvenes, preocupada porque la mitad de los trastornos mentales se desarrollan en las personas antes de los 14 años.

Bajo el lema “Los jóvenes y la salud mental en un mundo de transformación”, el organismo de las Naciones Unidas destaca que en la adolescencia y los primeros años de la edad adulta se producen cambios significativos, que para muchos es una época apasionante, pero para otros puede ser causa de estrés o aprensión.

Otro elemento preocupante, según refiere la OMS, es que la mayoría de esos trastornos mentales que surgen en la niñez y adolescencia no se identifican ni se tratan, lo que provoca en muchos casos que hagan eclosión en la edad adulta.

Cita que el uso cada vez mayor de las tecnologías en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionales, pues cada vez es mayor la conexión de estos jóvenes a las redes virtuales en cualquier momento del día, la noche y hasta a altas horas de la madrugada, con el riesgo de que también puedan encontrar pedófilos y otros pervertidos que tanto abundan en el mundo virtual.

Todavía más. Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescentes, la depresión ocupa el tercer lugar, siendo también el suicidio la segunda causa de muerte entre jóvenes con edades entre 15 y 29 años.

La Federación Mundial de la Salud Mental advirtió también, con ocasión de la fecha, que en el futuro los problemas de salud mental serán la primera causa de discapacidad en el mundo.

Y en República Dominicana, solo en los últimos siete años, un total de 4094 personas se han suicidado, un promedio de 585 por año, la mayoría en edad productiva y a causa de la depresión.

Ante ese cuadro, psiquiatras y psicólogos plantean la necesidad de trabajar en la resiliencia mental para dotar a esos niños y adolescentes de las herramientas que les permitan enfrentar los desafíos de la vida.

El año pasado, en una decisión muy acertada del Ministerio de Salud Pública, se lanzó la campaña “Depresión, hablemos”, la cual debería asumir de manera permanente cada ciudadano, pero especialmente los padres en el hogar y los profesores en los centros educativos.

Me decía en una entrevista el presidente del Colegio Dominicano de Psicólogos, Nicanor Rodríguez, que no se necesita ser un profesional en el área para detectar las señales de un niño o adolescentes bajo la depresión o cualquier otro trastorno mental.

Y como plantea la OMS, la prevención empieza por un mejor conocimiento. La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental a tan temprana edad.

Padres y profesores, quienes pasan la mayor parte del tiempo con los niños y adolescentes, necesitan tomar espacios de su agitada vida para escucharlos y así contribuir a crear en ellos aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en la casa y en la escuela, pero también fuera de esos ambientes.

Es tiempo de estar más atentos a la salud mental de niños y adolescentes, tal y como ocurre cuando notamos los síntomas de cualquier otra enfermedad.

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