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EL CORRER DE LOS DÍAS

El proyecto de Beppino Faranda

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Durante mi primera misión diplomática en Roma, hace ya largos años, recibí en la Embajada a un señor alto, y de sonrisa casi permanente, cuyo nombre era Beppino Faranda. Venía a presentarme un proyecto que me pareció entonces fundamental: la conversión de la República Dominicana en un país que, por su riqueza en fuentes acuíferas podría suplir parte de su deficiencia eléctrica rural creando una red de producción energética con la construcción de presas y represas en los pequeños cursos de agua tan comunes en el país. Traía un plano bien dibujado de donde podrían realizarse las múltiples construcciones, que por su tamaño no resultaban onerosas y tan discutibles como en aquel momento fuera el proyecto de la Overseas, punta de lanza contra el gobierno del profesor Juan Bosch, que yo representaba en Italia.

El proyecto de Faranda era rico en varios aspectos: el primero, era la electrificación de las zonas rurales, y desde luego, la posible irrigación ligada a la dispersión de estas, el segundo la incorporación de un alto nivel en el uso de la electricidad. El manejo simple de las pequeñas presas por campesinos de cada zona y la tecnificación de estos centrados en su propio interés por las localidades de origen, me parecía una importancia de mayor interés. Enviado el proyecto y las ideas de Faranda, nunca recibí respuesta. Cansado de esperar, Faranda cambió su sonrisa por un gesto de desagrado, me visitó desde Sicilia, donde había estado trabajando, y me dijo agriamente que el gobierno estaba inmerso en una discusión errónea, y que un país rico en cursos de agua no debería dar como respuesta a su crisis eléctrica la construcción de presas millonarias, y que de algún modo, habría que revisar generando gastos cada vez. Pensaba que, presas ingentes deberían ser las de países con otro tipo de ecosistemas, y que por lo tanto, quería mostrar resultados en Sicilia, donde las presas menores habían sido productivas. La verdad era que Faranda, a mi juicio, sabia de qué hablaba. Me daba la impresión de que había cierta generosidad en su oferta. Pero un día dejé de verlo, mientras la derecha dominicana, insistía, con un sector eclesiástico a la cabeza, en el supuesto comunismo de Bosch y el tema de la Overseas, sin proyectos alternativos de la oposición, seguía siendo punta de lanza contra el gobierno, y yo seguía pensando en el silencio que sobre el desarrollo nacional producía la lucha interna de los partiditos de la oposición, frente a un gobierno debilitado por los llamados “mítines de reafirmación cristiana” que, encabezados por periodistas como Rafael Bonilla Aybar y adláteres, daban rotación a discursos mentirosos que contribuyeron al derrocamiento del gobierno más honesto que recuerda la historia dominicana.

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