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PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO

Brecha salarial en la Unión Europea

La brecha salarial entre hombres y mujeres consiste en la diferencia de salarios que perciben ambos sexos, por la realización de un trabajo. Se calcula obteniendo el promedio de todos los ingresos brutos de los hombres y las mujeres, y la diferencia entre estos es la brecha salarial.

En la Unión Europea (UE), en el 2008, las mujeres en promedio ganaban un 17.3% menos por hora que los hombres. En el 2011 la cifra se redujo en 1.1%, al situarse en 16.2%, según datos de la Encuesta de Estructura de Salarios, elaborada cada cuatro años por la Oficina Europea de Estadística de la Comisión Europea (Eurostat). Esta agencia sostiene que la diferencia salarial no es homogénea en todos los países de la UE. Indica que en algunos países está por debajo del 10%, como Italia, Rumanía, Luxemburgo, Malta, Polonia y Eslovenia; en cambio, supera el 20% en Estonia, Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría y República Checa.

Para Eurostat (2010-2012), estas brechas salariales persisten, a pesar de que las mujeres superan a los hombres en muchos resultados académicos. En el 2012, el 83% de las mujeres de la UE cursaban la secundaria, frente al 78% de los hombres; el 60% de las mujeres se graduaban en las universidades, frente al 40% de los hombres; de forma mayoritaria, las mujeres superaban en calificaciones académicas a los hombres, en una relación 3 a 1.

La referida encuesta pone de relieve cómo la diferencia de salarios entre géneros afecta las contribuciones al régimen de pensiones y acentúa los niveles de pobreza de las mujeres. En ese orden, se observa que en el 2012 casi el 22% de las mujeres de la UE, a partir de los 65 años, estaban en situación de riesgo de pobreza, frente al 16% de los hombres con la misma edad. Esto se debe a que, si los ingresos de las mujeres son menores durante toda la vida productiva, las pensiones son más bajas.

Otras diferencias que se aprecian en los estudios de Eurostat, es el acceso y el tiempo en el empleo. Para las mujeres la tasa media de empleo es de 63% y para los hombres un 75%; el 39% de las mujeres trabajan tiempo parcial, frente al 8.6% de los hombres. Estas discrepancias afectan de forma negativa el desarrollo profesional de las mujeres, su experiencia laboral, sus pensiones, sus prestaciones y los beneficios que puedan percibir si recibieran un trato igualitario.

Según la “Base de Datos de la Comisión Europea Sobre las Mujeres y los Hombres en la Toma de Decisiones”, en la UE la presencia de las mujeres es mínima en la política, la economía, las investigaciones científicas, las ingenierías, los puestos de dirección, el transporte, las fábricas, la construcción, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y las ciencias exactas.

En el 2013, el 18% de las mujeres ocuparon altos cargos de las grandes empresas de la UE, frente a un 82% de hombres. En las juntas directivas de los grandes consorcios, ocuparon posiciones sólo el 5% y en los cargos de Consejero Delegado, apenas el 3%. En el ámbito científico y de las ingenierías, sólo el 33% de las mujeres de la UE se han destacado. Las TIC, en la última década (2008-2018), han generado 8 millones de puestos de trabajo, de estos, las mujeres han ocupado tan solo 1,280 puestos (16%). En el ámbito de la ingeniería y la ciencia, la desigualdad es manifiesta. En el 2014, las mujeres superaban el 45% del total de doctores de toda la UE. En las áreas de ingeniería, industria y construcción, representan tan solo el 28% de los doctorados y en informática el 21%.

Lograr que una mayor cantidad de mujeres sean atraídas a las áreas de ciencia, matemáticas, ingeniería y tecnología, incrementaría el Producto Interno Bruto (PIB) por habitantes de la UE, en cerca de un 3% para el año 2050, de acuerdo a un informe realizado por el Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE), por sus siglas en inglés. Esto supone una responsabilidad de la escuela para combatir la brecha salarial.

En el informe de las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos, conocido como Pruebas PISA, de 2015, se recomiendan “buenas prácticas sobre cómo abordar la segregación en la educación y en el mercado laboral”.

La lucha por la igualdad salarial en la UE ha hecho que se celebre cada año desde el 2011, el “Día europeo de la igualdad salarial”. Los países de la Unión han tomado distintas acciones para lograr el propósito de igual remuneración por igual trabajo entre hombres y mujeres. En este orden, Estonia tomó la medida de supervisar la efectiva aplicación de su Ley de Igualdad de Género; Finlandia diseñó un programa tripartito para reducir las diferencias salariales entre ambos géneros de un 20% a un 15%, bajo el principio “Igualdad de retribución para un mismo trabajo”; Portugal introdujo una Ley de Igualdad Salarial en el año 2018; Bélgica, aprobó su Ley de Reducción de Brecha Salarial en el año 2012; Francia consignó en su norma de igualdad salarial del año 2006, que las empresas deben realizar informes cada dos años y ha endurecido las acciones contra las empresas con más de 50 empleados que violen sus obligaciones relacionadas con esta materia. En el 2013, fueron condenadas dos empresas por violar la igualdad de retribución. Lituania, Austria y Suecia han diseñado por igual políticas firmes en materia de igualdad salarial.

En Reino Unido, aunque en la actualidad no pertenece a la UE, existe el “Código de prácticas obligatorias sobre igualdad salarial”. Esta nación es el “primer país que audita la brecha salarial, llegando a la conclusión de que 8 de cada 10 empresas pagan más a los hombres que a las mujeres”, según el diario británico “The Telegraph” del 5 de abril de 2018. La auditoría realizada por la Comisión para la Igualdad de Derechos Humanos (EHRC), indica que de las 9 mil empresas más grandes que fueron auditadas, más de 7 mil (78%) pagaban un salario más alto a los hombres que a las mujeres. Las empresas que no cumplan con la ley, podrían recibir “sanciones sin límites y ser procesadas”, indicó la EHRC.

Como se puede apreciar, existe una corriente en los países de la Unión Europea para que hombres y mujeres reciban la misma remuneración, si realizan el mismo trabajo. Lograr esta paridad, contribuye a reducir los niveles de pobreza, iguala las jubilaciones, reduce los procesos judiciales, aumenta las finanzas familiares, incrementa la competitividad y el crecimiento de la economía.

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