UN MOMENTO
Jóvenes y corrupción

Mientras crece la cultura de la destrucción y la muerte, nuestros jóvenes tienen el deber de encaminarse a construir un mundo nuevo.
La juventud siempre es la esperanza de los pueblos. Cuando nosotros encontramos una cultura como la nuestra, que pone el acento en destruirse y autodestruirse en la muerte, en la que da lo mismo eliminar un embrión de un niño que la de un pequeño cerdo que es sacado para ser comido, en una civilización en la que crece la muerte: da lo mismo matar un anciano porque es anciano, que matar otra cosa.
Son jóvenes los que toman la misión de crear los nuevos tiempos y la nueva época. Cuando nos lamentamos y lloramos de la destrucción, cuando vemos también jóvenes que se desvían, no pensemos que eso es lo definitivo, eso desaparece. Siempre me impacta Roma. Roma se corrompió, se dañó; no queda un romano, pero la ciudad de Roma no quedó despoblada, vinieron las tribus del norte de Alemania, sangre nueva, gente nueva, con otros valores, y hoy pueblan a Roma después de quince siglos. No queda ni un romano para contarlo, porque todos se destruyeron, y esto que Roma era muy culta, pero se corrompió. Nuestro país no se podrirá, no morirá. Morirán los que se corrompen y se dañan, y ha de surgir una nueva generación de jóvenes que no sean de la muerte, ni de la destrucción, ni de la corrupción.