Make Brasil Great Again
Las últimas elecciones generales de Brasil han acaparado la atención como pocas, en especial en el escenario presidencial, donde se midieron los dos grandes favoritos de la disputa, el ultraconservador y siete veces diputado Jair Bolsonaro, por el Partido Social Liberal; y Fernando Haddad, “delfín” de Lula da Silva, por el Partido de los Trabajadores.
Confirmando las predicciones, con aplastante mayoría para el capitán retirado del ejército con el 46%, y un 29% para el del PT, se producirá una segunda vuelta el próximo 28 de octubre.
Un aspecto que marcó la campaña fueron, para sorpresa de muy pocos, la presencia masiva de noticias engañosas, conocidas como “fake news”. El medio más empleado para las mismas fueron grupos en la red de mensajería instantánea, Whatsapp, comprobación que hizo el diario español El País al analizar distintos conglomerados ligados a la campaña de Bolsonaro, pocas semanas antes de la primera vuelta.
El político y otrora militar de derecha ha negado tajantemente ser abanderado de las fake news. “Yo no tengo control de los millones de personas que me siguen. Quizá una u otra persona acaben saliéndose del camino pero nosotros no publicamos fake news”, llegó a decir en una entrevista que concedió a la misma hora que se celebraba el último debate presidencial, donde por supuesto, se ausentó.
La realidad sugiere, sin embargo, otra cosa. En Brasil, donde 120 millones de personas - seis de cada 10- utilizan Whatsapp, este canal fue detectado desde muy temprano por el equipo de campaña del derechista como un arma de sumo provecho para, entre otras cosas, difundir falsos apoyos de famosos a su candidato; sembrar dudas de encuestas que nos les favorecieran; cuestionar el sistema electoral y desmentir noticias que para ellos resultaban “engañosas”.
Con cerca de mil mensajes por día, los grupos de Whatsapp analizados por El País difundieron noticias engañosas como que los códigos de urnas electrónicas habían sido enviados a Venezuela. También movieron con rapidez publicaciones para diezmar la credibilidad de movimientos femeninos, agrupados bajo el lema de #ÉlNo, que rechazan la candidatura de Bolsonaro por considerarlo misógino.
La “guerra virtual” la ha ganado, por el momento, el ultraconservador. La firma Datafolha publicó el martes 2 de octubre una encuesta en la que se reveló que el 40% de quienes dicen votarían por Bolsonaro, también distribuyen material político en Whatsapp, superando a Fernando Haddad, cuyo porcentaje de seguidores y/o votantes que harían lo propio quedó en un 22%.
Aunque no es una atribución exclusiva de Bolsonaro la utilización masiva de fake news con relación a Haddad, el discurso del diputado conservador invita a recordar lo que Donald Trump elevó como recurso en su agitada campaña presidencial en Estados Unidos en el 2016.
El empleo de noticias engañosas, al tiempo que tacha de “fake” a las que le afectan; su guerra contra medios “tendenciosos”; la exclusividad que le da a TV Récord- Fox News versión carioca- y su retórica que raya en la homofobia y el racismo, como cuando minimizó de manera despectiva a los cientos de miles de brasileños que salieron a protestar en contra de su candidatura, hacen inevitable compararlo con Trump.
Por lo demás, es un aspirante de “amor” y “odio”, sin matices. Público defensor de la dictadura militar, incluso de la tortura, consolidó su ventaja tras el apuñalamiento que sufrió en un mitin, hecho que fue utilizado a su favor en el tramo final de la crispada campaña brasileña, a ojos de muchos analistas, la más tensa en décadas.
Esa tensión promete subir en las próximas semanas, a las puertas de una segunda vuelta, donde él y Haddad serán los grandes protagonistas, y dos las claves: en la arena comunicacional, el poder de influencia de las noticias engañosas, y en el plano electoral, cuánto logre Haddad movilizar el voto femenino, cuyo rechazo contra su rival alcanza el 49%; y cuánto logre convencerlas Bolsonaro de que no es tan malo como lo pintan. Por ahora, el adorador de la dictadura militar lleva la ventaja.