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PASADO Y PRESENTE

El hombre-acontecimiento y el hombre que hace época

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

Durante el período pre republicano, la comunidad que habitaba la parte española de la isla de Santo Domingo, en el incesante proceso de definición de los atributos fundamentales de la dominicanidad, tuvo sus primeros paradigmas o representantes proceros en Juan Sánchez Ramírez y José Núñez de Cáceres. En 1875 el historiador José Gabriel García, en su obra “Rasgos biográficos de dominicanos célebres”, dedicó sendas semblanzas a tan prominentes personajes de la primera mitad del siglo XIX. En vista de que Sánchez Ramírez fue, en 1808, el caudillo de la célebre batalla de Palo Hincado que puso fin a la llamada Era de Francia en Santo Domingo, y defendió el colectivo de las pretensiones de absorción por parte de los gobernantes haitianos; y Núñez de Cáceres, por su parte, planificó y dirigió en 1821 el primer movimiento independentista de los dominicanos, de breve duración -pero independencia al fin, como sostuvo Pedro Henríquez Ureña-, puede afirmarse que ambos personajes fueron los primeros dominicanos con antelación a la fundación de la República en merecer la distinción de héroes.

Un héroe y un prócer. Sobre Sánchez Ramírez, oriundo de Cotuí, García escribió que cuando en 1811 ocurrió su muerte, la misma fue “generalmente sentida, y amigos y enemigos la consideraron a la par como un acontecimiento funesto para el porvenir del país. Sus restos, que fueron depositados en una de las principales bóvedas de la Catedral de Santo Domingo, han disfrutado del respeto de todas las generaciones, mientras que su memoria, cerniéndose en alas de la celebridad, llena de orgullo a sus compatriotas, que le tienen colocado a la derecha de sus mejores capitanes, y le consideran como uno de sus más grandes políticos”. Y respecto de Núñez de Cáceres, consignó que a despecho de que sus gratuitos enemigos se habían empeñado en “oscurecer con el negro manto de la calumnia el brillante resplandor de sus glorias”Ö, “nadie se atreve ya a poner en duda que [Ö] fue el primer dominicano que quiso libertad para su patria, rompiendo el yugo colonial que pesaba sobre el cuello de la Española hacía 329 años”.

El hombre-acontecimiento. Un filósofo y escritor norteamericano, Sidney Hook, en su libro “El héroe en la historia. Un estudio sobre la limitación y la posibilidad” (1958), establece distinción entre el héroe de acción histórica y el héroe del pensamiento o de las ideas. Cualquier personaje, afirma, que haya guiado los acontecimientos por un cauce muy diferente del que habrían seguido si sus acciones no se hubieran producido, deviene en “un hombre-acontecimiento”; mientras que el “hombre que hace época” es aquél cuyas “acciones son consecuencia de una destacada capacidad de inteligencia, [y] voluntad de carácter más bien que de los accidentes de las circunstancias”. De conformidad con esos criterios, Sánchez Ramírez bien podría definirse como “hombre-acontecimiento”, mientras que Núñez de Cáceres fue -sin dudas- un hombre que hizo época. Muchos son los personajes dominicanos que clasifican dentro de ambas categorías: Sin embargo, la diferencia entre un “hombre-acontecimiento” y un “hombre que hace época” en modo alguno disminuye su estatura de héroes. Durante la Primera República (1844-1861), Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella fueron a un tiempo hombres-acontecimiento y hombres que hacen época; mientras que Pedro Santana, los hermanos José Joaquín y Gabino Puello y Antonio Duvergé, para solo citar unos cuantos, fueron “hombres-acontecimiento”.

Hacia el panteón nacional. En el devenir de nuestra historia republicana abundan los casos de hombres y mujeres eminentes que han descollado y alcanzado la categoría de héroes en virtud de sus extraordinarias acciones y contribuciones ya sea en la guerra, en defensa de la soberanía nacional, ya en la esfera de la política, en el ámbito de las ideas, los deportes, las artes cultas y las populares. Fue después de la guerra restauradora cuando afloró un genuino movimiento intelectual y patriótico encaminado a fortalecer el sentimiento de la identidad nacional. El periodismo, el sistema educativo, la literatura y los primeros estudios formales acerca de la historia nacional fueron esenciales en la formación de una conciencia intelectual dominicana que, desde entonces, procuró identificar y seleccionar a los hombres y mujeres representativos del pasado que servirían como paradigmas de las generaciones del porvenir. Ese proceso inicial de depuración de nuestros primeros iconos, mitos y héroes tuvo lugar en el período transcurrido entre 1875 y 1895, lapso durante el cual comenzó a conformarse lo que con el tiempo sería el Panteón de la Patria.

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