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OTEANDO

Ojo avizor

La Federación Nacional de Transporte Dominicano, FENATRADO, ha anunciado un paro para el próximo martes 25 de septiembre. Creo que el derecho a la protesta es inalienable, pero también que lo es el derecho al libre tránsito. Los transportistas tienen todo el derecho de abstenerse en forma de protesta por tal o cual asunto, de sacar sus camiones de la calle, pero el ejercicio de ese derecho debe encontrar su límite allí donde comienzan los derechos de los empresarios a transportar por sus propios medios su mercancía desde y hasta cualquier punto del país, y más aún, donde comienza el derecho de la población, en sentido general, al libre tránsito.

Por muchos años nuestros “sindicalistas” -que en la mayoría de los casos son empresarios del transporte- han logrado aglutinar una gran cantidad de choferes y propietarios de vehículos que se han llegado a creer intocables bajo la sombrilla de “protección” que les ofrecen aquellos apelando a toda suerte de recursos anárquicos e infundiendo el pavor en los dominicanos de buena voluntad que con espíritu democrático salen a cumplir sus obligaciones laborales durante las famosas jornadas de protestas.

La mayoría de los choferes reconocen en muchos de los famosos “dirigentes sindicales” a verdaderos vividores que, a expensas de su sudor, se enriquecen vendiéndoles franjas, carros por precios lesivos, haciéndoles pagar cuotas injustas, pero sobre todo, haciéndoles cumplir reglas de operación que solo benefician los “turpenes” del negocio; pero ninguno de ellos denuncia la situación. Algunos no la denuncian por temor a ser sacados del negocio donde se ganan su sustento y el de su familia, y otros, porque disfrutan esa suerte de impunidad que creen les reporta aglutinarse en torno a algunos lobos disfrazados de ovejas.

El modus operandi es el mismo desde hace mucho tiempo, solo asume matices diferentes; ahora hay verdaderos actores, graduados en arte dramático en nuestras universidades -recordemos lo que significó para Hitler esa vocación- dirigiendo “el negocito”, pero también hay verdaderos políticos de profesión metidos a “sindicalistas”. Y es aquí donde quiero llamar la atención de toda la población, y hasta del gobierno mismo, sobre esta cuestión de los paros. Todos debemos recordar que la oposición política, que primero se refugió en un movimiento social de incógnita, para hacer parecer que había en el país un estado de ingobernabilidad y que luego “legalizó” su participación en las protestas y hasta las ha asumido como estrategia para alcanzar el poder, tiene en esos “gremios” a verdaderos cuadros políticos preparados para poner a su disposición y a tono con sus designios toda su plataforma de anarquía.

Insisto, no he dicho nunca que el derecho a la protesta se deba conculcar. De lo que estoy seguro es de que muchos, dado el período electoral que se avecina, prestarán el concurso de sus mafiosas estructuras para intentar desacreditar la buena gestión del gobierno. Creo que el gobierno debe hacer una correcta aplicación de la ley de hidrocarburos, como en efecto sé que lo está haciendo. Y creo más, creo que debe explicar al pueblo el desempeño de esa correcta aplicación, pero también debe estar ojo avizor en relación con los designios a los que obedecen ciertas protestas e identificar formas democráticas de ponerlos en evidencia siempre que sean politiqueros.

El autor es abogado y politólogo

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