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ORLANDO DICE

Los incautos del 18 seguirán en el 2020

UNO: LAS ENCUESTAS NO GANAN.- Los estrategas bajo contrato saben que las encuestas no ganan elecciones, y que la propaganda fuera de tiempo, adelantada, no aprovecha. Del efecto de las encuestas podría hablar Hillary Clinton que nunca perdió primacía frente a Donald Trump y al final el republicano le ganó con votos electorales. De la percepción equívoca o fallida podrían disertar muchos candidatos que se engañaron a sí mismos con publicidad falsa. En el país se conocen casos, e incluso un experto que trabajó con Leonel Fernández y ahora con Luis Abinader prepara un libro que se titula “Ganadores de Encuestas, Perdedores de Elecciones”. ¿A qué pues tanto afán por posicionarse con mediciones en agosto y septiembre del 2018, si las elecciones serán en febrero y mayo del 2020? Los incautos del 2018 seguirán -de seguro- siendo incautos en el 2020, pero igual los despiertos no se dejarán dormir por mucho que canten las sirenas. Si la gente se acostumbra desde ahora que los candidatos serán fulano y zutano y el ganador uno de los dos, pierde interés, emoción el proceso y la consulta un velorio, ante la muerte anunciada. No es que no se midan las simpatías o las posibilidades, sino que no se manipule la opinión pública, pues en ocasiones se rebela.

DOS: LLORAR CON LÁGRIMAS AJENAS.- No tiene sentido llover sobre mojado o llorar con lágrimas ajenas si la experiencia aconseja lo contrario. Las administraciones de Leonel Fernández fueron denunciadas como “dictadura constitucional”, y todo porque el PLD tenía predominio en las más importantes instancias de poder. Hubiera sido un debate de lujo, pero no provocó a la ‘intelligentsia’ jurídica o política del país, y no por pereza, sino porque el derecho alemán no fluye mucho por aquí, o por lo menos no tanto como el francés o el anglosajón. Con menos vuelo intelectual ahora se intenta lo mismo con la gestión de Danilo Medina. La califican de “dictadura” a secas, así pelada, y por las mismas razones. Control de todos los poderes públicos. Un calificativo es un calificativo, pero una realidad por igual es una realidad. Y en eso fallan los sectores o personas que llevan la denuncia. No se van a lo principal, al origen, o verdadera explicación del fenómeno. El PLD ostenta todo ese poder, primero con Fernández y ahora con Medina, porque se preparó u ocupó de tener más senadores y diputados que sus oponentes. El dominio le llega vía Senado de la República y Consejo Nacional de la Magistratura. Con cambiar la realidad no hará falta el calificativo.

TRES: CON MEZQUINDAD NADA.- Ahora se declara con impotencia que el Bloque Opositor nunca existió, y si no existió fue porque con mezquindad no se construye una obra de valor. Era lógico que los partidos que enfrentaron al PLD y a Danilo Medina expresaran inquietudes respecto a las elecciones, pero ya transcurrida no podían pasarse la vida alegando sin base. El propio ejercicio de oposición igual dejó que desear. Y tanto es así, que a pesar de ser una pavada, la queja generalizada era que el gobierno de Medina hacía y deshacía sin contrapeso real. Cuando llegó el momento de poder, con la Ley de Partidos de por medio, los intereses políticos tenían que buscar su nivel. El PRM por un lado y el PRSC por el otro se dieron cuenta de que eran rehenes de fuerzas inútiles, y que o negociaban la legislación o la legislación afectaría sin reclamo sus causas. Ahí el entendimiento, el cambio de estrategia. Los aliados de un día ahora acusan, descalifican, y lo malo de declamar en el desierto es que las arenas no se conmueven. Los partidos del Bloque ni siquiera piensan su realidad, pues si lo hicieran, se darían cuenta de su destino fatal. Levantar otra tienda, no afanarse en la perdida Babel. Y lo que es más importante: crecer, dejar de ser pequeño, y recordar que en inopia nadie puede ser arrogante.

CUATRO: ANÁLISIS DESBORDADOS.- Los partidos siempre han peleado, adentro y afuera, y los medios se ocuparon antes y ahora de reseñar las situaciones. Los partidos siguen peleando, pero los medios no reseñan igual. Es tanta la inestabilidad interna que contrario a lo que ocurría en épocas pasadas, en vez de desbordar los acontecimientos, salen de cauce los análisis. Afuera hay más confusión que adentro, y eso sucede en todo el escenario político, pero más en el PLD. Frases sueltas o tomadas a la ligera se asumen como absolutas cuando no son más que cambios de humor ocasional. Leonel Fernández en su discurso del pasado 26 de agosto reconoció el éxito de algunas de las políticas que aplica la administración de Danilo Medina, y la otra semana validó el crecimiento económico. La política tiene esos manejos, y no hay dudas de que ese huevo quiere sal o por lo menos un poco de aceite de oliva. Bajar la guardia en el momento oportuno no hace daño, y a veces conviene tentar al oponente. Sin embargo, no hay por qué exagerar la nota. A Monchy Fadul lo cogieron fuera de balance, le preguntaron de la última encuesta y dijo que “Leonel es una realidad”, lo que se interpretó que el Ministro de Interior se estaba entregando y que así el problema quedaba resuelto. Habría que averiguar mejor, pues Fadul insistió días después en la reforma a la Constitución, y parece que ese es su real ánimo.

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