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CONTANDO LOS HECHOS

Recuerdo al Presidente Antonio Guzmán

Eran los principios de septiembre 1978. El presidente Antonio Guzmán solo tenía un par de semanas de haber asumido sus funciones. Ese medio día fui a comer a un restaurante que estaba muy de moda. En un momento dado, el camarero me dijo: Señor Ellis, antes de que se vaya me gustaría decirle algo. Hice señal que estaba de acuerdo, efectivamente antes de irme fuimos a un rincón del restaurante y el me dijo: Tengo un hermano que es miembro de la Guardia Presidencial y presta servicio en el ante despacho del Presidente. Esta mañana temprano, antes de salir de la casa de la familia me dijo que había sido testigo, ayer tarde, de una situación en la que alguien, mientras esperaba para pasar a ver al Presidente se refirió a usted con los más sorprendentes epítetos y maledicencias y diciendo que usted era un gran sinvergüenza. Me dijo que me decía eso por el gran aprecio y admiración que me tenía como figura pública.

Esa noche pensé mucho en la significación de lo que había escuchado y decidí parar lo que parecía una campaña que buscaba eliminarme de cualquier consideración para una posición en el nuevo gobierno. Escribí el borrador de lo que sería una aclaración pública que publicar en espacio pagado de media página en los tres vespertinos del país, El Nacional, Ultima Hora, y la Noticia. Yo era amigo personal de los tres directores, Rafael Molina Morrillo, Virgilio Alcántara y Silvio Herasme. Les pedí que me aprobaran el espacio, que al día siguiente me ocuparía de realizar el pago en cada sitio. Los tres estuvieron de acuerdo y se hizo la publicación. En ella yo resaltaba que no estaba en disposición de aceptar ninguna posición publica en el Estado, de manera que los que tuvieran ese temor estuvieran tranquilos y descontinuaran la campaña de descrédito que estaban llevando a cabo.

La mañana siguiente recibí una llamada del Palacio Nacional de Don Héctor Inchaustegui Cabral, asistente del Presidente Guzmán, me dijo : Ellis el Presidente te quiere ver, a lo que yo contesté, y cuándo usted cree que yo debo de ir por allá, Don Héctor me contestó : Ellis ponte un flu y coge para acá. Así lo hice inmediatamente. Al llegar al despacho el Presidente Guzmán me recibió con una expresión seria, adusta, y después de gentilmente invitarme a sentarme en el área de la sala de su despacho me reclamó: ¿Y por qué usted publicó eso? Le expliqué con todo el detalle lo que había sucedido en su ante despacho, solo dos días antes y lo celoso que yo era en cuanto a mi integridad y mi honor. El Presidente cambio rápidamente su expresión y me dijo: Es una lástima que la ambición de algunas personas los lleve a producirse de esa manera, ahora lo entiendo perfectamente.

A fines de octubre del año 1981, yo estaba dirigiendo la oficina de Turismo en Nueva York, siendo Víctor Cabral el Secretario. Recibí una llamada de Palacio, del Consultor Jurídico, Dr. Rafael Cáceres, quien me dijo: Ellis, el Presidente Guzmán te quiere ver, sugiero que regreses a Dominicana lo más pronto posible y me dejes saber como localizarte para coordinar esa reunión. Efectivamente, a los dos o tres días el Dr. Cáceres me dijo que viniera al Palacio y me reuní con el Presidente Guzmán, quien después de un saludo efusivo me dijo: El Secretario Cabral puso su renuncia y yo he pensado en nombrarlo a usted como el nuevo Secretario de Estado de Turismo. El decreto salió un par de días mas tarde el 4 de noviembre y yo no pude menos que pensar que sin tener ningún padrino político, empresario, ni militar esa decisión del Presidente se debió a la impresión con que quedó en aquella ocasión de mi publicación. Como no recordar al Presidente Antonio Guzmán Fernández.

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