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ORLANDO DICE

Leonel Fernández, el candidato a vencer

UNO: SE SABÍA, LO SABÍAN.- Los aspirantes a la nominación presidencial del lado oficialista sabían desde antes del principio que el candidato a vencer era Leonel Fernández. Las razones eran tantas que no había ni siquiera que analizar el punto y sí avanzar más de lo posible para posicionarse y dar la batalla. Fernández podía salir cuando quisiera, y no tendría problema, pues lleva recorrido el camino muchas veces. Además de que cuenta con recursos abundantes y la fuente al parecer inagotable. Un acto como el de las firmas del pasado domingo no se realiza con ahorros personales, ni se monta un espectáculo de esa envergadura rifando carros cuyo sorteo se pospone para que se olvide o el premio nunca se entregue. Ahora se origina una situación que tal vez no pensaron: que terceros se apenen y malaconsejen que salgan de competencia, pues la pava volverá a poner donde ponía. La burbuja de Fernández llena su cometido, y la opinión pública no está preparada ni le interesa un ocasional relevo. El escenario se dispone para que sean jugadores curtidos con varias temporadas a cuestas que participen en el juego. La Junta Central Electoral se presentó con uniforme prestado y tuvo que abandonar el campo y aplaudir desde las gradas.

DOS: CAMBIO DE TÁCTICA.- El pesimismo por un lado y el fatalismo por el otro están llevando a cabo una obra implacable: cantar el réquiem a los candidatos alternativos del oficialismo. Al rugido del león le salen al frente cacareos de gallinas de patio que no intimidan y la réplica no puede ser descalificación de palabras, sino convocatorias parecidas. Carlos Amarante llenó la Arena del Cibao una semana antes y Temístocles Montás programa en el Palacio de los Deportes para el 23 de septiembre, aunque posiblemente deba mudarlo para el 30, pues el 24 es Día de las Mercedes. El chisme cambia ahora de táctica y el discurso pierde importancia o debe ceder el espacio a las demostraciones de fuerza. El barrio no se entera del culto hasta que no suenan las panderetas. Los alternativos deben moverse rápido, pues Fernández buscará dar más golpes de efecto y ya anunció que visitará los 158 municipios del país, y lo suyo será arrancar un día y no pararse hasta lograr el cometido. Se suponía que eran los jornaleros de Danilo Medina que ararían, abonarían y sembrarían la tierra, y que los alternativos solo recogerían la cosecha. Sin embargo, eso no es lo que se está viendo. Cada cual araña con sus manos y algunos podrían perder las uñas en el intento.

TRES: SI EL REBAóO SE UNE.- Con Leonel Fernández anotándose un virao con su declaración de guerra del pasado domingo en el Palacio de los Deportes, los alternativos tienen que revisar la estrategia, o en su defecto, hacerlo su padrino político. Ese cada cual por su lado no aprovecha lo suficiente, y ya se sabe que en el país y en este momento la percepción se impone y determina el ánimo de la gente. De seguir cada aspirante con su estrategia aparte y el presidente con su carta en la manga, cuando pasen balance, las fuerzas rebeldes habrán ganado mucho terreno. En la selva tenían el mismo problema hasta que en un descampado llegó a la conclusión de que “la unión del rebaño obliga al león a acostarse con hambre”. Uno a uno el león dispone, pero no cuando enfrenta una manada en alerta. Tiene entonces que acechar entre las hierbas y cercano al abrevadero. Si Discovery Channel enseña, de Discovery Channel hay que aprender. En una precampaña anterior los interesados se buscaban, intercambiaban y afinaban puntería. Ahora se impone esa forma de pensar, de actuar y de hacer causa común, pues no puede vencerse la determinación si no es con más determinación. Fernández la estaría teniendo muy fácil, y su juego todo un encanto. Empezó con informe, siguió con encuestas y cree terminar bien con las firmas.

CUATRO: SOBREACTUACION EN PIE.- En el teatro se corrige al actor que sobreactúa, y en política no conviene mucho que al dirigente o al candidato se le suban los humos a la cabeza. En una tribuna se permiten todos los desafueros que de palabra sean posibles, pero los arrestos y desenfrenos del podio no pueden llevarse al trato político. La política es diplomacia, es cortesía. Si el gobierno hizo algo contra el acto de las firmas, fue muy disimulado, pues los medios no registraron nada. Leonel Fernández y los suyos tuvieron vía libre, día propio, como en su fecha también la Marcha Verde. Incluso Fernández y compartes fueron más dichosos, pues los periódicos del lunes no trajeron la denunciada sobre portadas del lunes 13. Sin embargo, los seguidores del expresidente se quejan de que un alto funcionario del Palacio Nacional bajó línea y se supone contraria a la actividad del Palacio de los Deportes. El chisme parece que es más importante que la política, y conviene tener en cuenta que si la sobreactuación es mala, igual, hacerse víctima cuando no se ven los daños del sacrificado. Aunque se hace evidente que esa política de suspenso saca a cualquiera de balance. Ese esperar un ataque y que las tropas crucen por el lado y ni siquiera volteen la cabeza, mortifica, pues se piensa en cosas peores.

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