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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Oportunidades para dejar huellas

Llegar a un cargo público, por insignificante que sea, casi siempre se visualiza como una oportunidad de avanzar individualmente. Es la idea que prevalece, a tal punto que si alguien accede a una posición de ese tipo y “no se hace” se le cataloga como un “pendejo” que no aprovechó la oportunidad de su vida.

Hay personas que incluso han convertido una posición pública en su feudo, debido a los favores que conceden y a los problemas que resuelven, ya sea con un empleo o una dádiva. Peor todavía, cuando el cargo sirve como instrumento para incrementar de manera vertiginosa y en poco tiempo el patrimonio personal al amparo de una corrupción que tiene como permanente aliciente a la impunidad.

No se piensa en el cargo público como la gran oportunidad para realizar las transformaciones y reformas estructurales que podrían cambiar para siempre una realidad de la vida nacional. A veces funcionarios con las mejores intenciones sucumben a los intereses y a los favores que están obligados a devolver a quienes apoyaron sus aspiraciones de acceder a la posición que ahora ostentan o simplemente por la presión del superior que los nombró.

Quisiera equivocarme con una funcionaria que actualmente tiene la oportunidad de transformar un sector que por casi siete décadas ha estado sumido en un caos permanente: el transporte público de pasajeros. Me refiero a la ingeniera Franchesca de los Santos, directora del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant).

El Intrant se crea en virtud de la Ley 63-17 sobre Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, adscrito al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, con el objetivo de, según expresa el artículo 9 de la referida legislación, planificar y diseñar el sistema integrado de transporte público de pasajeros, sus rutas, servicios, esquemas de operación, itinerarios y cualquier otro aspecto, interurbano y a nivel urbano coordinando con los ayuntamientos, en base a los estudios de oferta y demanda correspondientes.

La semana pasada me apenó mucho leer el testimonio de una compañera de labores víctima de un asalto dentro de un vehículo del transporte público en la avenida Expreso Quinto Centenario de la capital, una penosa experiencia que padecen a diario los ciudadanos en cualquier ruta del transporte público.

¿Por qué siguen ocurriendo hechos de esta naturaleza? Pues porque el ciudadano no está en capacidad de detectar cuando aborda un vehículo del transporte público autorizado para operar una ruta o si se trata de los llamados carros “piratas”.

Todavía el país no cuenta con un sistema de identificación unificado, con choferes uniformados, dotados de sus respectivas tablillas, fichas visibles en las puertas, en vehículos de un mismo color y en condiciones óptimas, con rótulos también visibles en las capotas y agentes de tránsito entrenados en la verdadera prevención, en lugar de estar enfocados en la recaudación.

Si piensa que es una tarea imposible le puedo mostrar este botón. El Servicio de Transporte Unidad y Desarrollo (Setraude) opera una ruta desde el sector Cristo Rey hasta el hospital Luis Eduardo Aybar (antiguo Morgan) a 15 pesos el pasaje, en vehículos confortables, debidamente rotulados y con choferes entrenados para brindar un trato cortés a los usuarios.

No hay una competencia feroz en las vías que recorren por los pasajeros, todo lo contrario, cada conductor respeta el espacio del otro. Hay establecido un mecanismo de control y supervisión para evitar que los carros “piratas” incursionen en la ruta, lo que brinda confianza y seguridad a los pasajeros.

Setraude no se considera un sindicato del transporte sino de una empresa organizada que trata de satisfacer a los ciudadanos sin ningún tipo de agravio y desorden. Obviamente, los usuarios de esta ruta se sienten ampliamente satisfechos del servicio que reciben.

Un ejemplo de que sin importar el caos que ha predominado en el transporte público por tantos años, un cambio de actitud y el deseo de servir puede marcar la diferencia para comenzar a dejar huellas en cualquier actividad o posición.

Es lo que esperamos de la directora del Intrant para un sector donde se requiere un cambio radical que comience a marcar la diferencia, como lo ha logrado Setraude en la ruta Cristo Rey-Morgan.

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