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Danilo y el plan sondeo

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Con varios frentes abiertos a mitad de su segundo período, el gobierno del presidente Danilo Medina tiene que actuar y manejarse en lo adelante con mucha inteligencia, para que la tranquilidad del país en lo fundamental y la gobernabilidad no se les vaya de las manos. Aunque con méritos en determinados casos, las críticas y los pedimentos de la oposición y de detractores profesionales deberían enmarcarse en el plano institucional, procurando rectificación donde corresponda, pero sin precipitar los acontecimientos y sin empujar a desbordamientos nada provechosos. Si Venezuela y Nicaragua tienen literalmente “el rancho ardiendo”, sería el mejor espejo a mirar por los que quieren adelantarse a los procedimientos y a los plazos establecidos para los cambios en el tren oficial, sin ninguna prudencia y sin medir consecuencias. ¿Quién se beneficia del caso, del desorden y de la pérdida de seres humanos que caracteriza a esas dos naciones, merecedoras de una mejor suerte? Ese cuadro -desgarrador y tétrico, por la inseguridad y pérdidas de vidas- nadie que se respete y que le duela la condición de dominicano debe desearlo para esta tierra, por más opositor que sea. De ahí que los pedimentos y las críticas al gobierno actual deben ser responsables; parte del juego democrático y del rol de contrapeso y vigilancia que le toca a la oposición frente al desempeño del gobierno de turno, en vez del patrocinio de acciones o actos aventureros y tremendistas. Con plan o sin el plan denunciado por el embajador Víctor Grimaldi, una eventual salida anticipada de Medina del poder, lejos de mejorar las cosas las agravaría y el país se sumiría en una crisis. Como planteara Vinicio Castillo, aun definiéndose opositor a Danilo: “El país no puede perder su estabilidad política y macroeconómica. ¡Sería agravar todos los problemas, sería funesto!”. De todos modos, al Gobierno le asiste el deber y la responsabilidad de no distraerse en espejismos o en “susurros” impertinentes al Presidente, y centrarse en gobernar, para terminar bien su gestión, que es resaltable en varios aspectos, no relacionados con los controles administrativos o el manejo de la imagen. Pero en fin, el mejor aliado -y refugio-del gobierno en momentos de embates o crisis es el Partido, si hay sinceridad e interés por la unidad, el motor que prende lo demás (¿).

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