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ORLANDO DICE

Males vienen de lejos

UNO. LOS PROTOCOLOS.- El juego de ajedrez sabe más de política que el gobierno. En ajedrez se sacrifica al peón, y entre las muchas razones, la principal es proteger al rey. La inseguridad ciudadana crece, la criminalidad se sale de madre, la incompetencia llega a los protocolos y la máxima autoridad del país ni se entera. La Policía de ahora es la policía de siempre, de manera que sus males vienen de lejos. Sin embargo, la reacción política o de los políticos es atribuir la ineficiencia al gobierno y no a la institución del orden. Al dedo malo todo se le pega, dice el refrán, y ninguno de los dedos más malo que el gobierno. ¿Por qué el gobierno se deja sacrificar y no hace como en el ajedrez y sacrifica al peón? El peón sería la Policía Nacional, o sus diferentes categorías o rangos. Empezando por el director y bajando por todos sus niveles. Los hechos de los últimos días provocan tanto horror que destierran la palabra percepción, o le aseguran otra significación. Las explicaciones al uso, el alegato a mano, ya no tienen sentido, puesto que en la ocasión no se acusa, ni se denuncia. Es la misma Policía que reconoce fallos en los procedimientos. La fiebre no está en la sábana, está en los protocolos...

DOS. ATENTADOS REALES.- En los Estados Unidos los magnicidios lo cometen desconocidos, dando lugar a conjeturas que nunca se aclaran. Aquí y ahora se producen situaciones que no alcanzan tanta envergadura, pero que sí son verdaderos atentados a la institucionalidad. Los protagonistas por igual corresponden a películas B. La categoría política deja que desear, y podría considerarse sospechosa. Por ejemplo, la instancia ante el Tribunal Constitucional para echar abajo el impedimento que tiene Danilo Medina, de presentarse a un nuevo mandato; o el recurso ante el Tribunal Superior Electoral para que anule la medida de la Junta Central Electoral que prohíbe el proselitismo electoral fuera de tiempo. En el primer caso se identifica al impetrante como exdirigente reformista, y no se le asocia al gobierno, al menos de manera directa. ¿Cuál sería la real finalidad de la acción? ¿Por qué hace lo que los seguidores del presidente no se atreven? El segundo caso tiene iguales bemoles. Dícese peledeísta y aspirante a la nominación presidencial por ese partido, aunque no se lleva cuenta de su campaña ni se conoce el daño personal o político que le ocasiona la decisión. Lo primero, no se sabe en qué anda; y lo segundo, parece que fracasará, si se recuerda un fallo sobre jurisdicción. El TSE no siempre puede contra la JCE...

TRES. CIRCULAR AUTÉNTICA.- La carta, una especie de circular, se conoció por vías inapropiadas, por las redes, y se pensó que era apócrifa, una de las tantas maneras de incordiar o crear suspicacias. Sin embargo, la comunicación era auténtica, oficial. El ministro administrativo informaba de la formación de una comisión que se encargaría de todo lo relacionado con China, sin entrar en detalles ni dar mucha explicación. La medida busca frenar el frenesí de entidades públicas por tener tratos directos con los chinos o el desenfreno de los propios chinos por firmar protocolos sectoriales. El fenómeno al parecer era muy activo, frecuente, y cada cual se estaba yendo por la libre. Un stop, pues. Además, la centralización conviene por otras razones, y no solo estratégicas, sino también éticas. El gobierno dominicano sabe que lo están acechando, y que el establecimiento de lazos diplomáticos con La Popular no es un capítulo que se deja atrás con una vuelta de página. No, cualquier pifia, resbalón, podría tener consecuencia. El encargado de negocios de la Embajada norteamericana dijo algo al salir del despacho presidencial, que la prensa recogió, pero que en el Palacio Nacional tomaron la debida nota. Y como el mandatario irá a China próximamente, conviene controlar todas las coordenadas...

CUATRO. PORTERO DEL MUNDIAL.- Odebrecht puso a prueba la moralidad administrativa cuando repartió sobornos a diestra y siniestra, con tan buenos resultados, que las obras más importantes del país pertenecían a su portafolio. Igual la empresa brasileña puso en trance la entereza de las autoridades al burlarlas de muchas maneras. No dio todas las informaciones de que disponía ni hace los pagos en tiempo apropiado. Ahora se afana en un propósito todavía más perverso. Dejar a la intemperie, a sol y sereno, a la justicia dominicana, en sus dos ramas fundamentales. La ministerial y la jurisdiccional. No es casual ese intercambio subido de tono de fiscales y jueces, y aunque los egos parecen galaxias, la impresión es que algo se esconde. Que los acusados intenten zafarse y salvarse y se valgan de todos los recursos que el debido proceso provee, es lógico, normal, natural. Ahora, que sean los procuradores y los jueces los que se descalifiquen y ofrezcan un espectáculo tan penoso, mueve a preocupación. Los códigos son claros, y por igual los procedimientos, ¿por qué entonces hay que provocarse, pero sobre todo chantajearse? O la Procuraduría no se confía en su trabajo, y teme que el expediente coja agua, o la Suprema Corte de Justicia pone en riesgo su majestad y da pie a que se le tenga como salida al traspatio...

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