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OYE PAÍS

Un proceso complejo

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Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

La forma agresiva, degradante con que un hombre maltrataba públicamente a su esposa, en un comunicado a página completa de periódico, me marcó. Los insultos, agravios, provenían de un marido y su abogado, que en trámites de divorcio procuraban denigrar a la esposa para además de desbaratar el matrimonio, poner a la mujer ‘en las cuatro esquinas’.

El doctor Baralt, abogado de Última Hora y experto en asuntos de prensa, fue siempre opuesto a que los temas judiciales, que estaban en manos de los tribunales, fueran dirimidos en los medios de comunicación. Apoyado en esa, establecí como director de Última Hora que los casos judiciales en discusión en los tribunales, no se dirimieran en comunicados pagados en el diario.

Estas líneas de procedimiento de discusión pública de los temas judiciales, las mantengo hoy. Y lo pongo como suerte de preámbulo para expresar lo que pienso del camino que va tomando el escabroso proceso del caso Odebrecht, que tiene muchos más componentes que el puramente judicial: es de gran impacto político, de mucha presión social, de morbo comunitario, de oportunidad para algunos vivos tratar de estar ‘en el medio’. Es un tema que da para mucho, que da para todo. El caso Odebrecht parte de una realidad. Denuncias de corrupción admitida y resarcida en gran parte por la propia empresa constructora, mediante su mea culpa, prisión de sus ejecutivos, pagos millonarios en resarcimiento de los montos determinados por la denuncia inicial proveniente de la autoridad judicial norteamericana, país que entendiendo que la empresa se está reinventando sobre sus cenizas, sigue trabajando con la eficiencia que la catapultó como una de las principales constructoras a nivel mundial.

Las denuncias de corrupción y soborno constituyen un caso sólido para la autoridad acusadora, la Procuraduría General, y un gran reto para los imputados y sus abogados, toda vez que al tiempo que el morbo demanda más acusados, ya a los encartados los han juzgado y condenado moralmente. Paradójicamente, la oposición política y los grupos bullangueros que alzan la bandera de lucha contra la corrupción y la impunidad, prefieren torpedear el expediente judicial de la Procuraduría y sembrar desconfianza en la autoridad, que en apuntalar y exigir que en el caso se haga justicia, que los responsables paguen sus culpas, pero que los inocentes sean exonerados.

Es en este escenario que los abogados defensores y sus clientes imputados, se montan en este carro bullanguero para tratar de ayudar a sus defendidos que, como es lo lógico, se proclaman inocentes. Con lo que no comulgo es que el expediente, las defensas y los acusadores lo diriman a través de comunicados en los medios de comunicación, con acusaciones y contra acusaciones, amenazas y hasta injurias, mentiras, medias mentiras y medias verdades, con las que se pretende echar lodo a todos, en el entendido de que si todos estamos involucrados en la maraña denunciada, sería imposible dictar una verdadera justicia y asistiríamos a la disolución de la sociedad.

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