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EL DEDO EN EL GATILLO

La caja china

“La dictadura perfecta” es la mejor película del mexicano Luis Estrada, autor, además, de un catálogo nada desdeñable.

Esta cinta, si bien retrata cómo los medios de comunicación pueden “fabricar” a un presidente por corrupto que sea, nos trae un tema revitalizado por la politología moderna, aunque su nombre proviene de experiencias milenarias: “La caja china”.

La cinta de Estrada le otorga una vigencia ejemplar: Cuando un político corrupto es denunciado por un diputado que no teme acudir a los medios para decir las cosas por su nombre, los asesores del magnate en cuestión le explican que para aplacar la ola de publicidad que se le viene encima, se debe aplicar “la caja china”, es decir, crear otra noticia más impactante que la denuncia y que desvíe la atención y, por tanto, le haga perder peso al saqueo de las arcas públicas del gobernante.

En la película de Estada, “la caja china” aplicada para aplacar las denuncias al líder municipal es el supuesto secuestro de dos niñas por una banda de delincuentes comunes que le exigían a sus padres una recompensa de un millón de dólares.

Pero eso ocurre en la película. En la vida real puede que la situación sea más dramática. Los hechos quedarán al margen de la ficción, y bien pudiera darse (si no se ha dado ya) en nuestras débiles democracias latinoamericanas.

Y me exculpo porque no quiero ser suspicaz. Ni pretendo que el lector me acuse de abordar temas políticos que, en realidad, no me interesan. Como periodista puse la película en el cineforum que sostengo cada viernes con los pasantes del Listín y ellos quedaron marcados por ese nombre peculiar: “La caja china”. Cualquier similitud que pudiera tener con algún político en la historia nacional, es pura coincidencia.

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