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Rafael Perelló fue un gran banilejo

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José Miguel GermánSanto Domingo

En la vida de Don Rafael Perelló se conjugaron las características que definen al buen banilejo.

A lo largo de su vida sus actuaciones estuvieron categorizadas por la honestidad, dando permanente cumplimiento a la palabra empeñada en el núcleo familiar del que fue eje vital y al que mostró gran apego, en el circulo de sus amistades donde además su generosidad fue reconocida a pesar de que sus raíces banilejas lo impulsaban a la frugalidad, así como en los negocios, la mejor muestra es que mantuvo y acrecentó el éxito de las empresas familiares luego de la partida de su padre Don Masú; el respeto a los amigos y el cultivo de la amistad ocuparon un lugar de privilegio entre los valores que lo adornaron, fue un hombre de muchos amigos y de amistades de muchos años con las que disfrutaba compartir un momento de alegría o una larga conversación, la amplia sonrisa con que los recibía en sus oficinas de Industrias Banilejas era algo característico en él, el día de su despedida los rostros de dolor de sus grandes amigos no mostraban diferencias de los de sus familiares.

Sin embargo, para nosotros los banilejos, la característica más resaltante que mostró Don Rafael, fue su gran amor por Baní.

Aquí nació, aquí fundó su padre la empresa madre Industrias Banilejas, aquí construyeron ellos “la fosforera” y aquí vino a concretizar el hijo el sueño del padre, el Centro Cultural Perelló, que pasó a convertirse, a través de un largo y provechoso peregrinaje de visitas, charlas, conferencias y talleres con la participación de toda la familia bajo la dirección emocionada e inspirada de Don Rafael, de la biblioteca que soñó don Masú a un gran centro cultural difusor de la cultura y los valores de la dominicanidad. Desde aquella primera visita con Miguel Franjul quien estimuló la generosidad de la familia, al día inaugural, la presencia y vigilancia de Don Rafael fue permanente, disponiendo mejoras y ampliaciones, supervisando los detalles, todo siempre bajo la premisa de aquellas palabras que tanto repetía “quiero lo mejor para Baní”.

Cuando los banilejos llegaron en romería al despacho de Don Rafael Perelló en busca de orientación y apoyo económico para la celebración del primer Convite Banilejo, actividad creada para afianzar la unidad de la familia banileja sin distinción de clases o rangos sociales, al escuchar a los visitantes sus palabras ofrecieron una clara visión del éxito que se aproximaba: díganme lo que ustedes necesitan. Cada año, su aporte económico, pero sobre todo su presencia, ha sido un pilar que soporta esta actividad que engrandece la banilejidad. Ojalá en noviembre próximo el nombre de Rafael Perelló, ya ido físicamente de entre nosotros, se muestre en el lugar preponderante que se merece para que sirva de ejemplo a los que se abrazan a la sombra de ese amor a Baní que el tanto demostró.

Lejos en el tiempo, en el año 2003, cuando las Dunas de Las Calderas eran heridas de muerte y lo mejor de la comunidad banileja se dispuso a defender ese patrimonio que Dios puso ahí para el disfrute de todos y fueron organizadas una manifestación en el parque central de Baní y una cadena humana en pleno corazón de las dunas, actividades que marcaron el inicio del fin de un abuso contra la naturaleza que no se ha repetido jamás, la presencia en esos eventos de Don Rafael Perelló se hizo sentir, a primera hora y en primera línea.

Gran cultivador de café, amaba la madre naturaleza, por eso cuando la creación de las bases que sustentarían al Centro Cultural Perelló, insistió durante los talleres y las mesas de trabajo que dirigía Rafael Emilio Yunén, en que la defensa del Medio Ambiente y la Educación fueran parte de los ejes temáticos de la institución. Apoyaba la educación, siendo capaz de, en silencio, apadrinar la Escuela Cánada por años e ir en compañía de Don Roberto Serrano y quien escribe a entregar cientos de butacas que ambos donaron a una escuela de Arroyo Hondo.

A ese gran amor por la naturaleza quizás se deba su pasión por el cultivo del mango, la fruta que distingue a los banilejos, y la creación, en Baní también, del más grande jardín de variedades que existe en el país, donde se cultivan mas de cien variedades de esta fruta. Su apoyo permanente a la celebración de la Feria del Mango y las visitas cada año a este evento apuntalaron esta actividad que ya es tradicional cada verano en Baní.

Hombre de grandes ideas pero también de contacto permanente con los productores de café. grandes y pequeños, y con la gran red de distribuidores de sus productos en todo el país, percibía al instante las principales necesidades de la población a las que era muy sensible, por eso, cuando se llevaron a cabo las actividades con que por años los banilejos tuvimos demandando la construcción de un nuevo acueducto para la provincia Peravia, tan pronto se le solicitó, Don Rafael, con alegría no solo ofreció los aportes económicos que fueran necesarios, sino que respaldó con su nombre las publicaciones que se hicieron y se desplazó hasta Baní en varias ocasiones a cooperar con su ideas. Su aporte, su presencia y el peso de su prestigio al igual que los de otros grandes empresarios banilejos y del Listín Diario y su director Miguel Franjul, fueron determinantes para que se lograra la construcción del acueducto de Baní.

Estas claras manifestaciones de banilejidad de Don Rafael Perelló, la existencia de las empresas de la familia en Baní y la presencia oportuna de sus miembros en esta comunidad, produjeron que cuando se diseminó la noticia de su muerte, lo que acompañó al dolor unánime de la población fue la expresión cargada de pesadumbre de que habíamos perdido un gran banilejo.

Tuve el honor de haber sido testigo y acompañante de ese hombre extraordinario que fue Rafael Perelló en estas actividades a favor del pueblo que tanto amó, Baní.

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