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ORLANDO DICE

Excusas concertadas

CULPA DE OTROS.- Leonel Fernández explicó alguna vez la razón de sus tardanzas. No era culpa suya sino de los encargados de seguridad o de protocolo. Lo aguantaban y decían cuando debía salir y llegar. La verdad que cuando era bueno, y en su primera administración, ese era su único defecto, y llegar tarde fue marca personal. Ahora me explican igual respecto a las posposiciones de las reuniones del Comité Político. Tampoco suya la culpa. Un colaborador cercano me informó que al expresidente le dijeron que alrededor de quince miembros del CP no podrían acudir a la cita de ayer. La cancelación se imponía, pues las excusas hicieron mayoría. El dato resulta veraz, pues Reinaldo Pared, cuando tomó la decisión, habló de diez, y diez de por sí era más que suficiente para suspender el encuentro. Ahora bien ¿Por qué cuando se anunció que no habría CP el lunes se dijo que el jueves siguiente, y sin embargo, al dejarse sin efecto jueves, no se dio nueva fecha? Tampoco puede serse tan tonto para no advertir que la ausencia de diez o de quince no puede ser casualidad, sino una acción concertada. Si Fernández no fue el problema ¿quién? Por si interesa y hace falta, la OTAN tuvo almuerzo el lunes...

CADA CUAL.- El PRD de Miguel Vargas cambió de iglesia y evitó que Los Capuchinos hicieran una de las suyas. Era el natalicio de José Francisco Peña Gómez, que fue muy cercano a Los Franciscanos, y estos se toman libertades y a mitad de la misa, en el momento de la homilía, regañan a los herederos del “más grande líder masa”. Lo hacen con todos, pero se les va la mano cuando se trata de Vargas y su gente. No se informó mucho, pero parece que no hubo las acostumbradas reconvenciones de Las Mercedes. Jesús Sumo y Eterno Sacerdote resultó resurrección y no Gólgota. De esa el ministro de Exteriores salió librado. Mejor en la urbanización Real que en la zona colonial. El PRM de Hipólito Mejía y Luis Abinader honraron la memoria de Peña Gómez en el cementerio Cristo Redentor, y nunca mejor lugar. No rezaron mucho, pero juraron, y aunque el acto quedó bonito, y hasta podría decirse que alentador, fue azuzar fantasmas que se creían desparecidos. ¿Cómo negar posibilidad de división quienes en sí son resultado de una división, y hacerlo ante la tumba del fallecido líder que supo reponerse a dos divisiones? Peña Gómez no está vivo, pero de seguro que si lo estuviera no daría su consentimiento a lo que se promueve en su nombre. No debieron tocar ese tema...

MEDIA LA VERDAD.- El presidente Danilo Medina no puede quejarse. No pasó el examen de su discurso del 27 por parte de la oposición, pero tampoco la oposición superó la prueba de ese análisis. Uno se pasó de contento y narró tantas dichas que derramó la tinta, la otra fue superficial y mezquina. La verdad media entre ambos. Si los números del mandatario son verdaderos, hizo bien en decirlos, y de seguro que con números propios no podrán desmentirlo. Los oponentes no usaron estadísticas, sino que se aprovecharon de la percepción y del temperamento del dominicano que hace mejor de crítico que valido. El hecho político es lo que importa, y políticamente salió del trance, y los partidos se olvidaron de la rendición de cuentas y volvieron a sus antiguas diligencias. Incluso extraña que a pesar de andar juntos, con la pieza del Día de la Independencia cada cual se fue por su lado. Y tareas comunes, las leyes de Partido y Régimen Electoral, pero no la valoración de un año de gobierno. Esa actitud explica muchas cosas y permite a las máximas autoridades navegar en aguas tranquilas, sin golpes de agua que se levanten y dificulten el discurrir de la administración. Además de que transcurrida la fecha, no se produce un relanzamiento de la oposición, más decidida y combativa, sino que aumenta la competencia con la formación de un nuevo movimiento político...

¡OTRA VEZ!- Cuando un ministro declara sin que nadie le preguntara que la delincuencia anda en baja en los primeros meses del año, está haciendo dos cosas malas. Reconociendo a los maleantes, vueltos buenos de un día para otro, y provocando a la población que no tiene elementos para confirmar ese nuevo estado de situación. Si un alto cargo proclama que la seguridad está controlada, el agente puede descuidarse, pues a qué afanarse tanto si se logró el cometido. Los adversarios, motivados políticamente, tratarán de demostrar que todo se mantiene igual o peor. Y la verdad que nada lleva a pensar y menos a presumir que las cosas hayan cambiado. O en todo caso no conviene cantar victoria tan rápidamente. Esa fue una falla del pasado y no tiene porque serlo en el presente. La vieja discusión entre la realidad estadística de la autoridad y la percepción de la gente, agravada por sí misma o la consabida alarma de los medios. El ministro tiene que aguantarse las ganas, e igual la propia Policía Nacional, dando tiempo al tiempo, pues el engaño se descubre. La noción de seguridad que tiene la población no es la misma que la autoridad, y menos en un país como este en que la queja es norma y el reconocimiento excepción. Cuando la delincuencia realmente baje, lo dirá el vecindario, y entonces sí realidad y percepción se darán la mano...

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