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FUERA DE CÁMARA

¡El poder sí divide!

Dicen que los partidos en el poder no se dividen, pero eso sólo es un decir... Porque nada separa más los liderazgos interpartidarios que el ejercicio del Ejecutivo en regímenes presidencialistas como el nuestro donde la voluntad del Presidente es “ley de Dios” y hasta los días de fiestas se cambian por decreto.

De los tres partidos políticos que han llegado al poder después de la tiranía trujillista, sólo el Partido de la Liberación Dominicana no se ha dividido a pesar de su prolongado ejercicio gubernativo que cumplirá dos décadas en 2020, dieciséis de ellos de forma ininterrumpida.

Nuestra historia política contemporánea muestra que los otros gobiernos y partidos se han dividido en el disfrute del poder en los últimos 57 años con la muerte de Trujillo, desde un Triunvirato que terminó con dos miembros hasta el más longevo de los Presidentes, Balaguer, que ejerció en dos períodos de 12 y 10 años para totalizar 22.

La primera fractura reformista llegó casi iniciándose el prolongado gobierno reformista cuando el entonces Vicepresidente en ejercicio, Francisco Augusto Lora, reclamó la candidatura presidencial en el 1970, como se le había prometido. La repostulación de Balaguer provocó que Lora renunciara del Reformista para fundar el Movimiento de Integración Democrática, Mida.

Sólo la presencia imponente y el liderazgo entonces hegemónico de Peña Gómez salvó al Partido Revolucionario Dominicano de una división casi segura durante el gobierno de Antonio Guzmán, que relevó a Balaguer en 1978, cuando se enfrentaron internamente Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta por la candidatura de 1982 con la participación abierta del gobierno a favor de Majluta, que era Vicepresidente de la República.

El mismo drama se repitió en 1986 siendo Jorge Blanco Presidente cuando el PRD quedó virtualmente dividido entre Majluta y Peña Gómez, que dos años más tarde formalizaron esa fractura con la formación de dos nuevos partidos, el Revolucionario Independiente PRI de Jacobo y el Bloque Institucional BIS de Peña Gómez.

La disyuntiva del PLD Con un pasado tan ominoso en la armonía partidaria cuando se llega al poder, el PLD está obligado a mirarse en ese espejo más en estos tiempos en que el dedo acusador de una oposición poco inteligente lo señala como responsable de los más escandalosos actos de corrupción de las últimas décadas. Con el agravante de que los dos liderazgos que sustenta el PLD tienen responsabilidad compartida en su longeva administración. La oposición política, sin embargo, no ha actuado con suficiente sagacidad para separar los intereses de los dos grupos que separan hoy al peledeismo. Al meterlos a todos en el mismo saco, obligan una alianza que los unirá para enfrentar en el 2020 al que consideran su enemigo común.

Hace unos días comenté en esta columna que el único que trata de salir de la beligerancia extrema para no caer en la misma trampa es Luis Abinader, lo que hace evidente que sus asesores de campaña le han recomendado un cambio de actitud en ese sentido.

La estrategia correcta de una oposición que pretenda llegar al poder por la vía electoral sería alentando la fisura que evidentemente existe aún entre los dos liderazgos fundamentales del peledeismo... Pero eso no alcanza a comprenderlo el sector más beligerante de la oposición.

Danilo y la reelección En este momento luce que el movimiento que busca imponer una nueva reelección del presidente Danilo Medina está desalentado. Se sabe que el propio Presidente ha insistido entre sus colaboradores más cercanos para que ese propósito sea aparcado hasta ver cómo soplan los vientos. La proximidad que se percibió entre Danilo y Leonel en la reunión del Comité Político del pasado lunes, es un indicio de que la relación interna ha mejorado bastante en las últimas semanas en procura de una concertación que evite mayor fisura...

Porque hasta ahí todos entienden que el PLD no tiene espacio para una división!

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