PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Dos reformadores: Alejandro II y San Pedro Damián

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Dos figuras del siglo XI nos servirán para captar los desafíos de la Iglesia en este siglo, cuyos últimos 25 años, como veremos más adelante, estuvieron marcados por hechos insólitos.

La primera figura a estudiar es el reformador Alejandro II, papa entre los años 1061 - 1073. Siendo obispo de Luca, exhortaba a su clero a que formara comunidades de vida y pedía a sus presbíteros buscar los caminos del Señor en la oración personal. La elección de Alejandro fue rechazada por los obispos alemanes y lombardos, cada vez más alineados con el emperador alemán. Estos obispos eligieron un anti-papa, es decir, un papa rival contrario al Papa Alejandro II. El anti papa, Honorio II, y sus partidarios impidieron que Alejandro fuera entronizado en San Pedro. El papa Alejandro II tomó posesión de su cargo, ¡de noche y de manera clandestina! en la Iglesia de San Pedro ad Víncula. Aunque el Emperador Enrique IV acabó reconociendo a Alejandro como el verdadero Papa en el 1064, ya era evidente, que las medidas del valiente Nicolás II en el 1059 se quedarían en letra muerta, si la Iglesia carecía de un liderazgo firme y lúcido. Alejandro las reafirmó en un sínodo convocado en Letrán en 1073. Ahora el Papa se sentía más seguro ante la amenaza del emperador, pues los normandos, establecidos en el sur de Italia eran sus aliados. Los legados papales fueron estableciendo las normas reformadoras en diversos países, recusando las elecciones episcopales de candidatos indignos y promoviendo candidatos de probada idoneidad. Durante el pontificado de Alejandro II, el rey de Aragón puso su reino bajo la tutela del papa. Esta costumbre se fue extendiendo y varios reinos adoptaron un vasallaje espiritual ante la Sede de Pedro, que usó el feudalismo para dejar clara la supremacía del papa sobre todos los reinos, en lo político y lo espiritual. Como veremos, esto sería fuente de conflictos interminables. Fue en tiempos de este Papa, que la cancillería papal quedó organizada y se registraron los intercambios epistolares. Nuestra segunda figura, San Pedro Damián (1007 - 1072), siendo niño fue maltratado por un hermano mayor que lo puso a cuidar puercos y casi lo mata de hambre. Su hermano, Damián, lo rescató. Desde entonces Pedro adoptó el nombre de Pedro Damián. Su progreso en los estudios fue fulgurante: a los 25 años ya enseñaba en las universidades de Parma y Rávena. Abrazó la vida religiosa. Aún dentro de la severidad de la época, Pedro Damián destacaba por su práctica de la penitencia. Famoso entre los religiosos, el Papa Esteban X, él mismo antiguo monje, eligió a Pedro Damián como cardenal en 1057. Lo tuvo que amenazar de excomunión para que aceptara el cargo. Hombre sincero y desinteresado, escribió una carta a sus colegas cardenales llamándolos a dar ejemplo de cristianismo. Al papa le recordó, lo poco que vivían los Papas y lo transitorio de la vida. Su total desapego al dinero y la aprobación de los grandes le convirtieron frecuentemente en legado del Papa para misiones difíciles. Así le vemos resolviendo conflictos en Milán, Augsburgo, Roma, Frankfurt. No siempre fue prudente. En ocasión de un conflicto entre unos obispos alemanes y la Santa Sede, en lugar de someterlo todo a la autoridad del Papa, Pedro Damián sugirió que el asunto lo dirimiera un obispo alemán y la corte imperial. Esto le ganó una dura reprimenda de su amigo, el monje Hildebrando. Desde entonces, Pedro Damián le llamaba “su santo satán” (Nueva Historia de la Iglesia, 1977, II, 183). Tanto Alejandro II como Pedro Damián, eran amigos y partidarios del monje Hildebrando, un importante consejero de varios Papas, empeñado en liberar los nombramientos de obispos de la injerencia de reyes y nobles. Hildebrando sería el papa Gregorio VII.

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