Más democracia, no menos

Tras una prolongada reunión con los presidentes de los veintiún partidos del sistema, la Junta Central Electoral anunció que se acordó impulsar la modificación de la ley 157-13 para postergar la implementación del voto preferencial en el nivel municipal llamado a ejecutarse en las próximas elecciones… Un error, porque los problemas y debilidades de la democracia no se resuelven limitando la participación de la ciudadanía… Se afrontan con más democracia, no con menos.
Tanto la JCE como el Tribunal Superior Electoral habían mostrado resistencia a la implementación de ese modelo de elección en las próximas elecciones, y varias organizaciones de la sociedad civil han estado advirtiendo sobre las difi cultades que ella acarrearía en materia logística y electoral. El senador Félix Bautista ---que a su vez es secretario de organización del Partido de la Liberación Dominicana--- hace unos días sometió un proyecto para modifi car la ley y posponer el voto preferencial a nivel de regidores de municipios y vocales de distritos municipales hasta tanto la Junta “considere que están dadas las condiciones técnicas y tecnológicas que garanticen su implementación”.
Aunque se puede decir, por tanto, que se trata de una muerte anunciada, no deja de causar desazón.
Nadie niega las difi cultades que se han presentado con el voto preferencial a nivel congresional, o que las mismas se repetirían o incluso se agravarían de implementarse a nivel municipal en iguales términos.
El canibalismo que se genera entre los miembros de un mismo partido al tener que competir por los votos en la misma circunscripción y la preeminencia del dinero en las campañas electorales ---y por tanto, la imposición de candidatos a partir de los recursos económicos de que disponga, algo que debido a la falta de controles permite que fl uyan hacia la política dineros de dudoso origen---, son sólo algunas de las falencias que presenta el voto preferencial.
Pero ninguna de ellas son de reciente conocimiento. Por el contrario, se trata de un mal diagnosticado desde el mismo momento que el voto preferencial se implementó a nivel congresional en las elecciones del año 2002, y que desde entonces ha venido agravándose como consecuencia de la irresponsabilidad de los propios partidos, su inoperancia y su negligencia para abordar la reformas electorales que reclama la democracia.
Hace tiempo que el sistema electoral presentó evidencias incontrastables de la necesidad de aplicar límites y controles al gasto y la fi nanciación electoral, así como a los tiempos de campaña; y hace mucho que se conoce de la necesidad de eliminar el voto de arrastre y de profundizar en las reformas modifi cando el sistema electoral de circunscripciones plurinominales por uno, donde se establezcan departamentos uninominales, tanto para la elección de los diputados como para los regidores y vocales de distritos.
Esto no solo evitaría las pugnas electorales entre miembros de un mismo partido, si no que a su vez permitiría al ciudadano elegir de forma mucho más directa a sus representantes ante el Congreso y los Concejos Municipales.
Pero en su lugar, los partidos proponen a la sociedad una contrarreforma, un retroceso amparado en las difi cultades logísticas que le presenta el voto preferencial a la Junta Central Electoral y los confl ictos que regularmente terminan en el TSE con la consecuente carga de trabajo… Porque lo que en verdad está detrás de esta decisión, es el interés de preservar el poder discrecional que hoy tienen las cúpulas partidarias para imponer candidatos y representantes a las comunidades, muchas veces a partir de acuerdos espurios o de alianzas con otros partidos.
Si fuera por esos dirigentes, los partidos eliminarían el voto preferencial hasta para los diputados… No en vano en el 2013 el Congreso consignó el voto preferencial mediante ley con un proyecto que los diputados sacaron de la chistera y aprobaron al vapor ya que conocían de las intenciones de poner fin a esa modalidad de elección con miras a los comicios del 2016.
Resulta penoso que de un encuentro histórico ---donde la Junta Central Electoral tuvo el mérito de reunir a veintiún presidentes de partidos, entre los que se encontraban las cabezas de las organizaciones políticas mayoritarias tanto de oposición como de gobierno---, lo que salió fue el anuncio de esta posposición, y el cínico llamado a aprobar las reformas electorales por parte de quienes tienen 15 años manoseando el tema y han dado sobradas pruebas de que les interesa poco cualquier avance en la democracia dominicana que ponga en riesgo su actual estado de privilegios.