OTEANDO

Los efectos del diálogo

Las palabras del presidente Danilo Medina en Davos demuestran que tiene un compromiso con la coexistencia pacífica que descarta estar motivado por alguna suerte de vinculación política, económica o de cualquier índole con ninguna de las dos partes en pugna. El Presidente dice: “La República no ha emitido ni emitirá ningún juicio de valoración acerca de lo que está sucediendo en Venezuela”, para añadir: “Nuestra responsabilidad como líderes no es tomar posiciones, sino buscar soluciones”.

Pienso que las palabras del Presidente lo colocan en un lugar de suprema estima por parte de todos los concernidos en esta situación que tanto perjudica a Venezuela, porque tienen el cariz de la buena voluntad, del amor y la alteridad que reclama la situación venezolana.

Sé que no faltan quienes se frotan las manos por los tropiezos que ha tenido el diálogo. En la vida la mediocridad siempre encuentra nido; y si algo ajeno a quienes lo promueven y lo estimulan de manera sincera lo entorpece, así sea momentáneamente, esos “políticos” creen que Danilo perderá puntos y ellos los ganarán, porque piensan con la mentalidad de capilla, como enanos que aspiran construir su fama a expensas del fracaso ajeno.

Pero resulta que, aún cuando el diálogo no rindiera los frutos esperados, lo cual no sucederá, la figura de Danilo permanecerá en el sitial que lo han colocado, no solo esta excelente iniciativa de alteridad respecto al pueblo venezolano, sino la claridad de su pensamiento, lo certero de sus ejecutorias, pero sobre todo, su hombría de bien.

He visto a periodistas escribir que Danilo no debió meterse en eso, porque si su iniciativa no fructifica disminuirá su estima en el país y fuera de él. ¡Falso! El presidente Danilo Medina sabe muy bien lo que está haciendo y no se dejará distraer de cantos de sirena; conoce el arrojo que reclaman la vida pública y la grandeza política, pero sobre todo, sabe que el Estado no es para medrosos ni encogidos.

Danilo no teme, porque su intención es impoluta y las buenas intenciones no paren perjuicios; Danilo no teme, porque la sola idea de proponerse ser el primero entre sus iguales, demanda temple y coraje, cosas que ha demostrado tener, para amargura de quienes le adversan de forma mediocre.

Así que sería bueno que muchos dejen de ver en una eventual esterilidad del diálogo entre venezolanos una posible afectación a la figura del presidente. Los grandes pacifistas que han luchado sin éxito por el fin de la guerra en todas las latitudes mantienen la vigencia de sus nombres y se agigantan en el tiempo. Porque, a veces, involucrarse en tales empresas solo permite percatarse de algunas de sus aristas (puntas de icebergs) permaneciendo ocultas infinidad de variables que le hacen inercia de modo determinante. Pero ni siquiera eso doblegará la voluntad de los grandes.

El autor es abogado y politólogo.

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