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La mortalidad infantil

El pasado lunes 20 de noviembre 2017, el Presidente saliente del Colegio Médico Dominicano (CMD) denunció unos niveles de mortalidad neonatal en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia y en el país que fueron rebatidas anteayer 21 por la Directora de ese centro de la red pública de salud.

Tanto las cifras denunciadas por el CMD como las informadas por las autoridades de salud revelan un grave problema nacional en un indicador altamente sensible que se resiste a bajar. Peor aún, que el objetivo del Ministerio de Salud Pública al respecto, bien lejos de alcanzarse, puede estar siendo boicoteado; que puede haber sectores interesados en que el sistema de salud ponga en la orfandad el deber de garantizar a plenitud las descendencias a las familias pobres dominicanas.

Lo único importante aquí no es el índice de mortalidad infantil registrado en un hospital y, por demás, de la red pública. Tampoco que ocurran en el fin de semana, apuntando al ausentismo médico.

El drama verdadero puede estar en que la mortalidad infantil (MI) es alta nacionalmente y, peor aún, que los centros que la acreditan más están, paradójicamente, en Santo Domingo y en las provincias más importantes. Así, la MI es mayor donde el país dispone de mejor y más numerosa infraestructura privada y pública de salud para partos y atenciones médicas a parturientas, neonatos e infantes. Esta realidad desmiente la pretendida pulcritud ética de muchos agremiados en el CMD.

¿Cómo es posible que la MI sea alta en Santo Domingo, Santiago y La Romana y baje en centros del interior, incluyendo algunos fronterizos como Azua, Bahoruco y Dajabón?

Al alertar que no se pretenda culpabilizar a los galenos por tal tasa de MI y neonatal, el CMD hace un flaco servicio al país. Sugiere que una nueva y lamentable dicotomía los mueve: médicos vs pueblo. En vez de denuncia el CMD pudo coronarse con un apelativo a la sensibilidad y al trabajo de sus agremiados a favor de la baja de este lastre. ¿O se nos dice que sin acuerdo morirán más niños? El saliente presidente del CMD sugiere una terrible arista esa profesión: la robusta e irresponsable indolencia. Para agitar, recurre a un problema en el que esa entidad participa negándose a ser parte de la solución: entre las semanas 1 y 44 (1ro de enero a l4 de noviembre, 2017) la MI en el país creció 5% respecto a igual período del 2016, según la Dirección General de Epidemiología (DIGEPI) del Ministerio de Salud Pública. Lo hizo empujada por las muertes infantiles ocurridas en Hato Mayor, Santiago, la Romana y Santo Domingo (167%, 19%, 57% y 14% más que en igual período del 2016, respectivamente), entre otras.

Este boletín 44 evidencia que los médicos urbanos no están en eso de salvar vidas de infantes. Una arista que se teme el presidente saliente y su grupo hayan cincelando con éxito en el perfil del CMD.

¿Cómo es posible que las simples parteras de países que no cuentan con la infraestructura médico-hospitalaria, las leyes de salud, la constitucionalización de los derechos a la salud ni de un sistema de seguridad social obtengan mejores resultados en MI que la República Dominicana? Estos resultados sugieren que en los centros de atención de salud óprivados y públicosó faltan el aprecio y el respeto a la vida de neonatos y parturientas que justifican y ennoblecen del ejercicio médico y los servicios de salud en todo el mundo.

¿Y por esa carencia deben ser premiados los sindicados en el CMD con incentivos de toda clase?

En mayo del corriente año Unicef llamó la atención sobre el nivel dramático de la mortalidad infantil en el país. Señaló que de cada mil niños nacidos vivos 35 mueren antes de cumplir los cinco años. De esos, 31 fallecen durante el primer año de vida y 24 en los primeros 28 días. El Banco Mundial estableció una mortalidad infantil (menores de un año de vida) para el país, de 25.5 por cada mil nacidos vivos (2016), 5 puntos por debajo del promedio mundial. ¿Es verdad o publicidad?

El CMD señaló que sólo del viernes 14 al domingo 25 de junio pasado fallecieron 14 recién nacidos en la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia.

Su presidente saliente parece más interesado en encender una candelita bajo el escritorio de la Ministra de Salud que en contribuir a bajar la mortalidad infantil y neonatal. La irresponsabilidad triunfalista de su “denuncia”, ¿revela o no que el objetivo oculto de las “jornadas de lucha” era doblar el brazo a la ministra aumentando la mortalidad infantil? Algo así sería la confesión de un crimen. Y ante tal duda, el CMD debe responder si médicos especialistas trabajaron cuando ocurrieron esas muertes. También si esas muertes fueron precedidas por sus “jornadas de lucha”. Debe responder por qué mueren más recién nacidos los fines de semana. Por qué la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia acredita el 40% a la mortalidad neonatal del 2014 y el 2016.

Para detener las huelgas hospitalarias, el CMD exige liberar a los médicos de responsabilidad en tal holocausto. En tanto, el director del Servicio Nacional de Salud (SNS) respondió que no se trata de buscar culpables. Así las cosas, preguntamos si la población tendrá que empoderarse para judicializar estos casos y llevar a la justicia a los responsables de este horrendo e intolerable crimen en masa. La solución a este drama puede emanar inicialmente del Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS), especialmente con una resolución de su Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS): no pagar a los Prestadores de Servicios de Salud las atenciones, procedimientos y laboratorios brindados a neonatos e infantes que resultaren muertos en el parto o el primer mes de vida.

¡Judicialización y no pago a los responsables de este holocausto!

Junto al reconocimiento agradecido, la felicitación y el premio a los médicos que hicieron posible que en el DN en el lapso del boletín 44 la MI cayera 17% respecto a igual período del 2016.

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