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En la diana

Primer Tiro Hay un Esqueleto, y es enorme, en el armario del cual sacó Andrés Dauhajre su último artículo (“Esqueletos en el Armario, El Caribe, 20 de noviembre 2017). Esa gran Osamenta es el dato correcto que debe ser utilizado para calcular el rendimiento promedio ponderado consolidado de los certificados de inversión especial y las notas del Banco Central, el cual dejó guardado en la primera de las gavetas de su vetusto armario. En vez del rendimiento al cual se transan dichos títulos en el mercado secundario de valores, el querido amigo y prestante economista utilizó otra cifra que nada tiene que ver con el precio que pagan los inversionistas que compran los títulos del Banco Central. Si lo que se quiere evaluar es la sostenibilidad de los títulos de la entidad emisora, no es la tasa del cupón, ni tampoco el rendimiento resultante en la subasta de colocación primaria, sino el rendimiento que se deriva del precio al cual se transan dichos títulos en el mercado secundario, pues es el que aceptan los inversionistas que los compran.

Segundo Tiro Para evaluar el rendimiento promedio de las emisiones hay que incluir la totalidad de sus títulos, incluyendo las letras, las cuales se quedaron guardadas en otra gaveta de su gran armario. La corrección de esos dos errores requiere de un cuidadoso análisis previo al cálculo del citado rendimiento, el cual debe partir de los datos del mercado de valores. En primer lugar, hay que determinar el monto de las emisiones vigentes a plazos de vencimientos iniciando en el 2018. En segundo lugar, hay que calcular el rendimiento promedio de las transacciones del mercado secundario para cada una de dichas emisiones. En tercer lugar, hay que calcular el rendimiento promedio del instrumento de las letras con vencimiento a menos de un año, lo cual debe hacerse a través de las subastas, pues los títulos de dicho instrumento no se transan en el mercado secundario de valores. El rendimiento promedio en el mercado secundario fue calculado a partir de todas las transacciones reportadas por la Bolsa de Valores hasta el día 20 del cursante mes de octubre, filtrando las mismas para solo incluir los títulos del Banco Central. El monto de cada emisión fue tomado del registro de emisiones vigentes de la misma Bolsa de Valores.

Tercer Tiro Tomando el rendimiento reportado por el Mercado secundario, y ponderando cada instrumento (certificados de inversión especial, notas y letras) por su participación en el total de valores de las emisiones vigentes, e incluyendo solo los vencimientos para los cuales se registraron operaciones hasta la fecha citada en el párrafo anterior, se obtiene que el valor del rendimiento nominal promedio ponderado de los títulos emitidos por el Banco Central es de 7.46%, lo cual equivale casi a la mitad del calculado Dauhajre en el citado artículo. Utilizando la misma tasa de inflación, el rendimiento real bajaría a 3.98%. Alguien podría objetar el cálculo anterior argumentando que lo que paga el Banco Central no es el rendimiento del mercado secundario, sino lo resultante de las subastas primarias entre los intermediarios financieros. Sí, pero este es el que aceptan los inversionistas que compran los títulos del Banco Central, y el precio que pagan es el que deberían tomar en cuenta todos los economistas que no guardan esqueletos en sus armarios.

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