“Relatos Cortos”
Las últimas horas de Lilís
Si el malicioso dictador Ulises Heureaux (Lilís) hubiese leído el papelito que le envío su amante mocana, conocida popularmente con el apodo de “La Cigua”, sus amigos no lo asesinan desprevenido, a traición, y a las tres de la tarde, el día de Santa Ana. Jugada del destino, si lee la nota los hechos no se desencadenan así.
Pero, antes de hablar del último atentado, hagamos el relato desde el principio del último viaje de Lilís y fin de su sangrienta tiranía de casi 20 años, que con Rafael L. Trujillo Molina, son las dictaduras más importantes, las que más huellas dejaron. De hecho, Trujillo copió al pie de la letra los métodos lilisitas: valiente, represivo, conocedor del medio social en que actuaba; hasta llevaba el bicornio (sombrero con pluma de avestruz que usaba Heureaux).
Por el deterioro económico, el Presidente decide realizar un viaje por las provincias del Cibao. La noche del 20 de julio de 1899 sale para su provincia natal, Puerto Plata, en el vapor Independencia. Por un capricho de dictador o misterio del destino, cuando va bordeando las provincias del Este, cambia de idea: en vez de Puerto Plata, desembarca en Sánchez, Samaná, principal puerto de la región.
Extrañamente en Sánchez despachó su escolta en el barco hacia Puerto Plata, donde la “encontraría” al final del viaje. En el parque de Sánchez realiza un acto incinerando varios fajos de las desvaluadas “Papeletas de Lilís”. Igual que aquí, recorrió y se reunía con amigos, comerciantes de La Vega, San Francisco, hasta llegar a Moca, lugar de su muerte. Planeaba ir de Moca a Santiago. Iba obteniendo préstamos para sustituir las devaluadas monedas y darle solvencia económica a su gobierno.
A las cinco de la tarde del 25 de julio (1889) llega a Moca. Los conjurados planeaban matarlo en el Club Recreativo en un baile en su honor. Durante el baile, con su olfato de viejo guerrero, Lilís notó la presencia inquieta de uno de los conspiradores, Mon Cáceres (Ramón).
-¿Quién es ese muchacho?-, pregunta.
-Mon, hijo del general Memé Cáceres- es la respuesta…
-Preséntenmelo…
Lo saluda y le dice: –tanto que yo quería a tu papá… ¿Qué quiso decir? ¿Sabía del complot?
Con Lilís frente a frente, Mon, armado de revolver y un cuchillo, vaciló, se metió en miedo: nervioso y sudoroso se fue del lugar. Ramón le tenía tirria al tirano, las habladurías decían que cuando su padre era candidato presidencial del Partido Rojo, con posibilidad de ganar, fue asesinado por Lilís, que era del Partido Azul.
Al día siguiente, 26 de julio, la última escena de la vida del Presidente es como una película de suspenso. Cuando los conspiradores, asechan, se reagrupan para atacarlo desprevenido, por la espalda, a la salida de Moca a Santiago, un niño se le acerca y le entrega a Heureaux un mensaje. Es de Evangelina López (La Cigua), su amante y “calié”, revelándole el complot. Le pide que abandone rápido el pueblo. El Presidente, creyendo que se trata de una solicitud de dinero de su amante, no lee el mensaje, lo guarda y le envía una papeleta.
De pronto, sonaron disparos. Conversaban tranquilos Heureaux y su compadre y delegado de Hacienda en Moca, Jacobo de Lara, cuando desde una casa contigua, donde se escondían los conspiradores, el hijo de este, Jacobito de Lara, tira el primer disparo de su fusil. Lo hirió en la nuca. Mon Cáceres le descargó su revólver Smith & Wesson, poniéndole fin a la “Era de Lilís”.
Fuente: parte de los datos del relato fueron tomados del libro “Ajusticiamiento de Lilís”, de Adriano Miguel Tejada, secretario de la Academia de Historia.
