PANORAMA POLÍTICO

¿Una celada? La caída de Diandino Peña

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Guarionex Rosa | ANALISTA POLÍTICOSanto Domingo

La fulminante destitución del ingeniero Diandino Peña, como director de la Oficina del Reordenamiento del Transporte (OPRET), tras un reportaje y entrevista en el programa de televisión El Informe, podría anticipar una purga en el gobierno contra la impunidad y la corrupción.

El ingeniero Peña era tenido como una roca inconmovible en el régimen del presidente Medina, una herencia del largo desempeño del doctor Leonel Fernández, del cual el defenestrado era amigo desde los días estudiantiles de carencias en el barrio de Villa Juana.

Diandino creó un emporio de empresas, comenzó como constructor exitoso y erigió un rosario de condominios y edificios de oficinas llamados “Diandy”, y numerados, pero su coronación constructiva y empresarial fue la ejecución del Metro de Santo Domingo, obra orgullo de Fernández.

El constructor fue objeto de todas las murmuraciones en restaurantes, peñas y cafés a medida que iba creciendo el Silversun, un edificio cilíndrico enorme que alberga un hotel, galerías, boutiques de productos sofisticados, restaurantes, cines y un bullicioso gimnasio de precios populares.

El funcionario y empresario privado tenía casi cinco años entre los dos regímenes del presidente Medina. Haberlo despedido cuando el gobernante inició en el 2016, habría sacudido las bases del Partido de la Liberación Dominicana e intensificado la pugna entre leonelistas y danilistas.

Pese a lo amargo del trago, debido a las tantas denuncias que llegaban a su despacho sobre el funcionario y su enorme emporio de empresas en el país y off-shore que se manejaban en moneda dura, Medina soportó hasta hace unos días cuando se produjo la entrevista de El Informe.

Trabajólico, hipertenso y autónomo, de quien se decía que manejaba el emporio del Metro sin mayor interferencia de Palacio, Peña fue casi un ermitaño para la prensa. Pocas veces se le vio alternando con los medios para explicar sus proyectos y nunca como “socialité”, en páginas de glamour.

Quizás Diandino tenía plena consciencia de que su riqueza actual, amasada a la sombra de los gobiernos del PLD, del cual era animador silente y recaudador generoso y diligente, así como su nombradía, no lo llevaba a la clase social alta, sino que era de abajo aunque con abultada faltriquera.

Cayó en una celada El ingeniero Peña, invitado el pasado miércoles al programa El Informe, de Alicia Ortega, compareció al mismo como un cordero manso. Se dice que le habían insistido en que el programa era de semblanza y para conocer los logros alcanzados, entre ellos el Metro y sus empresas.

Pero el programa había sido publicitado con bastante anticipación. Su presentación, que vieron quizás millones de televidentes, lo dejó en paños menores por lo que aparentaron ser mentiras, inexactitudes, desconocimiento del manejo de sus empresas y perplejidad ante un evento inesperado.

No se entiende que un hombre de tanto poder económico y supuestamente de información activa de parte de los servicios del Estado, fuera una víctima de la encerrona, cuando en al menos una redacción de periódico alguien comentó hace tiempo que Alicia Ortega le preparaba “un viaje”.

Menos todavía que no tuviera una batería de sabios en relaciones públicas que le orientaran y le dijeran que él no estaba obligado a deferir la invitación de la comunicadora si por alguna razón no lo creía conveniente. Con ello se habría acogido al derecho de mantener su silencio por sospecha legítima.

La defensa del ingeniero fue débil al extremo de que pudo haber motivado la compasión de quienes gritan a todo pulmón en las calles contra la impunidad y la corrupción, que han convertido la Marcha Verde en una amenaza contra el régimen. Su semblante era de quien va hacia el patíbulo.

La comunicadora Ortega estaba bien preparada. Hacer su Informe le había consumido muchas semanas de trabajo hurgando aquí y allá para encontrar papeles de las obras públicas a cargo y de las empresas familiares, generalmente constituidas con nombres de terceras personas vinculadas.

La confesión del ingeniero de que no cuenta con más ingresos mensuales que RD$150,000 pesos que percibe como funcionario público, lo colocó casi como de clase baja, sin titulación para un préstamo inmobiliario de interés social, o un auto de medio uso. Un convertido cisterciense.

Se le acusa de tener 28 empresas, 14 en el país y 14 en el exterior, según hurgaron los periodistas de la señora Ortega en los archivos de oficinas de abogados en Panamá, una especie de paraíso fiscal en el vecindario caribeño. Las respuestas dejaron insatisfechas a las graderías que quieren sangre. El escritor José Alfredo Guerrero, en su artículo sabatino en el periódico digital Acento, habla del “entrevisticidio”, que así describe al programa al hacer un análisis de las circunstancias que rodearon el acontecimiento, la no obligación del ingeniero Peña a complacer la invitación y de responder preguntas.

Alicia vs. Diandino El pasado jueves, quizás repuesto de la paliza sufrida en el programa El Informe, el ingeniero Peña se presentó ante el programa radiotelevisado El Sol de la Mañana, donde trató de aclarar las situaciones denunciadas, sin que al parecer tuviera una mayor ganancia pese a encontrarse en un terreno menos hostil.

Por la noche en su editorial del programa nocturno de noticias, la Ortega arremetió de nuevo contra el ingeniero Peña, lo denunció nuevamente por haber mal empleado los fondos públicos, por haber tenido empresas familiares disfrazadas y oficinas off-shore. Con un puñetazo en el podio le demandó un sometimiento.

La caída inesperada del ingeniero Peña, inusual también porque tanto el régimen del presidente Medina como el de su antecesor, fueron muy cautelosos al momento de despedir a funcionarios denunciados por corrupción, se produce en un momento de cambios en el país y en exterior.

En el país el régimen de Medina se ha visto sacudido por denuncias de corrupción a propósito del escándalo internacional de la empresa brasileña Odebrecht, lo que ha dado origen a un movimiento nacional llamado la Marcha Verde, en el cual al parecer caben todos los opositores.

Los denunciantes y la opinión pública en sentido general esperan para la presente semana la publicación de los nombres de personajes involucrados en los sobornos de la empresa brasileña, quienes podrían ser sometidos a la acción de la justicia, que ya ha interrogado a algunos.

En el frente exterior, el gobierno se enfrenta a crecientes presiones de los Estados Unidos. La destitución de James Comey, quien recibiera al procurador general dominicano, Jean A. Rodríguez, para hablar sobre corrupción y lavado de activo, no libera el tema de la carpeta del Buró Federal de Investigaciones, FBI, que dirigía.

La caída del ingeniero Peña ocurre a un año de la reelección del presidente Medina, cuando ya se discuten los nombres que podrían aparecer en las boletas de los diversos partidos para la aspiración presidencial. El de Medina suena mucho aunque la Constitución al parecer tendría que ser modificada.

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