Opinión

VIVENCIAS

Exceso de sensibilidad

Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Cuando alguien tiene una sensibilidad muy acentuada todo lo que ocurre a su alrededor y que no es correcto le afecta en demasía. No se trata de la persona esponja que sufre cuando no sabe lo que le ocurre en su entorno sea este familiar o de otro tipo.

Refiero aquella persona que cuando observa en su ambiente algo que no se ajusta a las buenas costumbres, asume con responsabilidad el rol que le corresponde desempeñar, aunque esto le acaree problemas. Algunos ejemplos ilustran sobre lo planteado:

a) La cantidad de desperdicios que se lanzan en las calles y parques públicos sin consideración y respeto;

b) La violación a las normas existentes sobre el tránsito vehicular;

c) Los abusos que se cometen en contra de indefensos empleados que no tienen igual confesión de fe que sus empleadores;

c) La falta de caridad que acusan algunos que se consideran dechados de una virtud que no practican;

d) Movimientos que dicen seguir a Cristo donde hay una marcada ausencia de espiritualidad.

Los sentimientos que se manifiestan bajo las inconductas enumeradas que vemos tienen la particularidad que mueven a confusión sobre lo que es normal y anormal, bueno y malo. Cuando una persona que se dice responsable quiere corregir lo que para algunos son supuestas anomalías se le acusa de conflictivo. En esa virtud a quien se le endilga esa fatua acusación pasa por su mente tomar una decisión que le hará inmune a todo lo que ocurre a su alrededor bajo la siguiente tentación: ¡Ayúdame Dios mío a no meterme en lo no me importa! Sin embargo, la ingratitud de aquellos a los que creemos haber ayudado no debe llevarnos a tomar la decisión de apartarnos ni arrepentirnos del beneficio hecho, sino enseñarnos a obrar de acuerdo a los dictados de la conciencia sin perder nunca la esperanza.

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