PUNTO DE MIRA
Chinos creen en Buda Lao Tsé y Confucio
China es albergue de grandes religiones o creencias más antiguas que el cristianismo. Las autóctonas se atribuyen a Lao Tsé y Confucio pero el budismo es la de mayor aceptación. En todas partes hay templos de antiguo origen que tienen masiva asistencia. Esta filosofía de vida está dividida en dos ramas de creyentes que tienen muchos budas, tantos como necesidades tienen los creyentes.
Como los budistas creen en la reencarnación, oran por sus familiares muertos que incurrieron en mala vida, para que se les perdone y tengan un retorno bueno. En los templos se deposita dinero antes de orar. El objetivo final es lograr el sublime estado de nirvana. Los chinos de otras confesiones dicen que el nirvana se puede obtener con donaciones. Dos de los tres líderes de las creencias predominantes en China tienen origen fantástico y poco documentada. El primer buda, Siddharta Gautama, fue un nepalí que esparció sus ideas a viva voz; Lao Tsé, por ejemplo nació de 81 años con el pelo blanco y arrugas y nunca se supo dónde murió después de los 200 años de vida, y Confucio, era oriundo de una familia rica venida a menos. En política alcanzó el nivel de ministro de justicia y luego se lanzó a predicar que una vida correcta se centra en la buena conducta, el respeto a la jerarquía y la tradición.
Estas creencias han formado un pueblo obediente y poco dado a la violencia. Son respetuosos de la autoridad.
Otros emperadores posteriormente también dieron acceso al cristianismo. Marco Polo es vinculado a estas gestiones de enlace con misioneros que lo acompañaron y siguieron visitando China por la Ruta de la Seda. Uno de los más célebres emperadores, el mongol Kublai Kan, decía que todas las religiones lo ayudaban a gobernar. Los comunistas ahora permiten un ascendente cristianismo.
En Hong Kong visitamos, por medio de un largo teleférico, el gigante templo budista regional. Muchos peregrinos hacen la ruta por las montañas desafiando las adversidades. Uno de los salones consagrados a tres budas enormes está todo, incluyendo las estatuas, enchapado en oro. Hay que entrar descalzos, en silencio y no se permiten fotos. Este parece ser un espacio de retiro porque en uno de los salones hay monjes meditando. Salimos en carro por una carretera muy estrecha a un pueblo que pronto será sepultado por las aguas de una presa en construcción. China está en ebullición.