PUNTO DE MIRA

La milenaria Muralla China

Envuelta en la magia de la ficción está la realidad de la Gran Muralla China, cuya extensión se desconoce. En muchos tramos ha desaparecido y en otros los embates de la naturaleza la destruye. También los inconscientes adolescentes pintarrajean esta maravilla de la humanidad para dejar una muesca de rebeldía.

Al norte de Pekín está el tramo turístico más visitado. Un viaje de horas en autobús con una parada para comidas y golosinas y luego un recambio a otro bus que te aproxima al promontorio sobre el que se yergue la vetusta obra. El tramo final de aproximación es muy empinado. Hay un elevador que ayuda un poco, pero no basta.

Con esta obra el Gran Emperador Qin, en el siglo 221 antes de nuestra era, unificaba China eliminando los príncipes feudales y sus estados, al tiempo que protegía su país de las invasiones de tribus nómadas y mongoles. La muralla fue construida con piedra y tierra. Siglos después se erigieron tramos con ladrillos. Se calcula que más 10 millones de chinos murieron en la construcción y fueron sepultados en el entorno. Incluso hay historias fantásticas surgidas de las penurias de esos obreros esclavos.

Esta muralla tiene aproximadamente siete metros de altura por cinco metros de ancho. En tramos irregulares se erigen torres de vigía con espacios para descanso de los soldados de posta. Las actividades masivas, como maratones, están prohibidas. La mayoría de los visitantes son asiáticos, sobre todo chinos. Aquí les llaman “locales”. A un lado y otro del punto de ingreso se desplaza esta mole como un gusano pétreo sobre la que los humanos cabalgan su curiosidad. Es incierto que la Gran Muralla China se vea desde el espacio, porque es el ancho de una calle, sin embargo la percepción agiganta la dimensión de esta colosal obra de ingeniería.

Lo fundamental es verla, tomarse las fotos y remitirlas a los amigos y familiares. Al fin y al cabo, es una muralla como las vistas en otros puntos de China. Las autofotos son lo común. La limpieza de la zona es notable. Cada quien está en lo suyo que termina con la compra de suvenires en tienduchas ubicadas cerca de la posta de relevo de los buses. Réplicas de La Gran Muralla, efigies de Mao, gorras de soldados, ropa china de seda o imitación, y una miríada de chucherías se ofrecen en venta.

Retornamos a Pekín.

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