Lográndose: cero muertes por dengue

“Los fines justifican los medios” es el concepto socorrido de la gestión del poder dictado por el autor de “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo.

Una rara casuística aúna los términos “fines” y “medios” para establecer unas de las aberraciones y realidades a las que el Poder ha prestado más atención desde el origen de la historia: su amoralidad.

El avance del Estado de derecho y los regímenes democráticos en Occidente testimonia la devaluación progresiva y por doquier del precepto; su confinamiento al ámbito macro, derivado de los conflictos propios de la definición de las llamadas zonas de influencia y, por extensión, de la geopolítica, especialmente en lo que ella expresa con definitiva crudeza: las guerras.

En la lucha política en los regímenes democráticos la frase ha quedado autorizada para justificar la activación apenas de acciones que sólo constituyen metáforas lejanas y nada peligrosas de las otrora sangrientas guerras por el poder: al puro discurso. Especialmente donde los conceptos ciudadanía y clases registran la variación operada en la dimensión antagónica, la percepción y acción de los actores.

Si existe un ámbito del que la frase de Maquiavelo está siendo progresivamente desterrada es de la gestión pública, la enmarcada en las coordenadas del derecho y la ética públicos.

Anclada en tales confines, la gestión pública científica es la enemiga excelente de las tradicionales “prerrogativas” y “discrecionalidades” con las que el desorden institucional tiende a premiar a los asignados a los cargos públicos para proteger sus arbitrariedades.

Ella activa un conjunto de mediosósaberes, técnicas y procedimientosó para hacer de la institucionalidad el marco de los únicos fines válidos ya: los sociales, colectivos.

Si en medio de la corruptela, el cargo público es llave del enriquecimiento ilícito, en el marco de la ética vinculada a la gestión pública lo es para tender al logro de los fines institucionales, vale decir del “deber ser”: satisfacer las necesidades colectivas en los ámbitos constitucionalmente dispuestos.

Es lo que ocurre en Salud Pública.

Ante nuestros ojos está una gestión que proclama su idoneidad institucional alejándose de aquellos ripios de la tradición pesadumbrosa, avanzando tras los fines sociales.

Exhibe, expone e informa batallas en cada ámbito de su eslabonada estructura; muestra aportes sociales en soluciones progresivas y lejanas a la secularidad, revestida del halo de las conquistas.

Ocurren en cada unidad responsable de tareas específicas. Así recibimos reiterados reportes de acciones ejecutadas mes tras mes. La multimedia nacional lo recoge y resalta con presteza y confianza.

Es lo que resulta de la vigencia de las normas de un Plan Operativo Anual (POA) estructurado al detalle y asumido, vigilado y cuidado como la princesa del reino. Herramienta excelente de quien no acepta que “aguajes y movimientos” sustituyan el deber: mejorar los indicadores de salud. Para esto, sólo lo idóneo vale. La gestión científica declara en tales medios su fuente nutricia: el Estado cumplirá los fines que le establecen la Constitución y las leyes si perfila las instituciones como entidades articuladas y regidas bajo los parámetros de las leyes internas y las normativas emanadas de los organismos internacionales que rigen el sector. Medios idóneos para fines válidos. ¡Adiós, Maquiavelo!

En ese concepto, cada unidad debe capitalizar sus respectivos recursos y acciones. Mes tras mes.

Es lo que permite que el país se sume con celo ósus posibilidades y limitados recursosó a las campañas internacionales de salud y prevención emanadas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el control epidémico, la activación de los protocolos de atención y las vacunaciones.

También que se informe la puesta en marcha de los programas bajo un estricto control operativo, logístico y financiero. Aquí destacan el de Medicamentos Esenciales (PromeseCAL) y el de Medicamentos de Alto Costo, a cuya existencia acredita el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa).

En la semana transcurrida, el Ministerio de Salud informó una nueva iniciativa: el financiamiento de investigaciones que aporten conocimientos y propongan soluciones a los retos que la salud colectiva enfrenta en el país.

Como colofón a resaltar, el Boletín Epidemiológico de la semana 15 (9 al 15 de abril, 2017) informa reducciones del 100% de los casos de cólera en la semana quince; de 91.66% en las primeras 15 semanas del año 2017 y de 86.66% en las muertes ocurridas hasta entonces. Todo ello frente a igual período del 2016. Eso ilustra el logro de los fines sociales por los medios a mano.

Similares reducciones se reportan en el control del Dengue: 92.94% en el número de casos y de 100% en las muertes por su causa. Salud Pública y los médicos están logrando el objetivo declarado desde el 2016: cero muertes por dengue.

Logros que inspiran a enfrentar con igual tesón los casos y la mortalidad por Leptospirosis. También la mortalidad infantil (MI), donde las provincias Distrito Nacional (DN) y Santo Domingo reportan cifras inaceptables de reducción en el período: 18% y 2% respectivamente. Y, tanto como estos, en Mortalidad Materna (MM), creciente en la Santo Domingo (114%) y en franca caída en el DN (44%).

Hay, pues, objetivos lográndose en Salud Pública: cero muertes por dengue a nivel nacional. Y una caída importante de la MM en el DN. Fines sociales logrados por los medios idóneos de la gestión.

“Los fines justifican los medios” es el concepto socorrido de la gestión del poder dictado por el autor de “El Príncipe”, Nicolás Maquiavelo.

Una rara casuística aúna los términos “fines” y “medios” para establecer unas de las aberraciones y realidades a las que el Poder ha prestado más atención desde el origen de la historia: su amoralidad.

El avance del Estado de derecho y los regímenes democráticos en Occidente testimonia la devaluación progresiva y por doquier del precepto; su confinamiento al ámbito macro, derivado de los conflictos propios de la definición de las llamadas zonas de influencia y, por extensión, de la geopolítica, especialmente en lo que ella expresa con definitiva crudeza: las guerras.

En la lucha política en los regímenes democráticos la frase ha quedado autorizada para justificar la activación apenas de acciones que sólo constituyen metáforas lejanas y nada peligrosas de las otrora sangrientas guerras por el poder: al puro discurso. Especialmente donde los conceptos ciudadanía y clases registran la variación operada en la dimensión antagónica, la percepción y acción de los actores.

Si existe un ámbito del que la frase de Maquiavelo está siendo progresivamente desterrada es de la gestión pública, la enmarcada en las coordenadas del derecho y la ética públicos.

Anclada en tales confines, la gestión pública científica es la enemiga excelente de las tradicionales “prerrogativas” y “discrecionalidades” con las que el desorden institucional tiende a premiar a los asignados a los cargos públicos para proteger sus arbitrariedades.

Ella activa un conjunto de medios ósaberes, técnicas y procedimientosó para hacer de la institucionalidad el marco de los únicos fines válidos ya: los sociales, colectivos.

Si en medio de la corruptela, el cargo público es llave del enriquecimiento ilícito, en el marco de la ética vinculada a la gestión pública lo es para tender al logro de los fines institucionales, vale decir del “deber ser”: satisfacer las necesidades colectivas en los ámbitos constitucionalmente dispuestos.

Es lo que ocurre en Salud Pública.

Ante nuestros ojos está una gestión que proclama su idoneidad institucional alejándose de aquellos ripios de la tradición pesadumbrosa, avanzando tras los fines sociales.

Exhibe, expone e informa batallas en cada ámbito de su eslabonada estructura; muestra aportes sociales en soluciones progresivas y lejanas a la secularidad, revestida del halo de las conquistas.

Ocurren en cada unidad responsable de tareas específicas. Así recibimos reiterados reportes de acciones ejecutadas mes tras mes. La multimedia nacional lo recoge y resalta con presteza y confianza.

Es lo que resulta de la vigencia de las normas de un Plan Operativo Anual (POA) estructurado al detalle y asumido, vigilado y cuidado como la princesa del reino. Herramienta excelente de quien no acepta que “aguajes y movimientos” sustituyan el deber: mejorar los indicadores de salud. Para esto, sólo lo idóneo vale. La gestión científica declara en tales medios su fuente nutricia: el Estado cumplirá los fines que le establecen la Constitución y las leyes si perfila las instituciones como entidades articuladas y regidas bajo los parámetros de las leyes internas y las normativas emanadas de los organismos internacionales que rigen el sector. Medios idóneos para fines válidos. ¡Adiós, Maquiavelo!

En ese concepto, cada unidad debe capitalizar sus respectivos recursos y acciones. Mes tras mes.

Es lo que permite que el país se sume con celo ósus posibilidades y limitados recursosó a las campañas internacionales de salud y prevención emanadas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el control epidémico, la activación de los protocolos de atención y las vacunaciones.

También que se informe la puesta en marcha de los programas bajo un estricto control operativo, logístico y financiero. Aquí destacan el de Medicamentos Esenciales (PromeseCAL) y el de Medicamentos de Alto Costo, a cuya existencia acredita el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa).

En la semana transcurrida, el Ministerio de Salud informó una nueva iniciativa: el financiamiento de investigaciones que aporten conocimientos y propongan soluciones a los retos que la salud colectiva enfrenta en el país.

Como colofón a resaltar, el Boletín Epidemiológico de la semana 15 (9 al 15 de abril, 2017) informa reducciones del 100% de los casos de cólera en la semana quince; de 91.66% en las primeras 15 semanas del año 2017 y de 86.66% en las muertes ocurridas hasta entonces. Todo ello frente a igual período del 2016. Eso ilustra el logro de los fines sociales por los medios a mano.

Similares reducciones se reportan en el control del Dengue: 92.94% en el número de casos y de 100% en las muertes por su causa. Salud Pública y los médicos están logrando el objetivo declarado desde el 2016: cero muertes por dengue.

Logros que inspiran a enfrentar con igual tesón los casos y la mortalidad por leptospirosis. También la Mortalidad Infantil (MI), donde las provincias Distrito Nacional (DN) y Santo Domingo reportan cifras inaceptables de reducción en el período: 18% y 2% respectivamente. Y, tanto como estos, en Mortalidad Materna (MM), creciente en la Santo Domingo (114%) y en franca caída en el DN (44%).

Hay, pues, objetivos lográndose en Salud Pública: cero muertes por dengue a nivel nacional. Y una caída importante de la MM en el DN. Fines sociales logrados por los medios idóneos de la gestión.

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