¿Conspiradores pintados de verde?

Que al Ministro de Interior y Policía se le haya zafado decir ante Huchi Lora, que a sus oídos llegan los detalles de las conversaciones telefónicas de ciertas personas, no fue novedad. Basta escuchar y leer a ciertos comunicadores cuando hacen referencia a conversaciones y reuniones de supuestos opositores, para entender que algunos organismos de inteligencia del Estado, o “pinchadores” privados, les sirven detalles sobre llamadas, reuniones, planes, etc., particularmente de personas que no comulgan con ciertos manejos no muy santos del poder, y muy especialmente de comentaristas y articulistas que se ubican en el lado de la cancha donde no se juega para alabar todo lo que hacen los que dirigen la nación.

Su afirmación sobre una conspiración para derrocar al Gobierno, entre personas insertadas dentro del Movimiento Somos, no sé por qué me recordó de inmediato a Maduro, dejándome a la espera de la lista de detenidos para sometimiento judicial, al tratarse de un delito grave con el que no creo comulgue el grueso de los simpatizantes de ese movimiento, sector cuyo crecimiento trae preocupados a más de uno y que, al haber alcanzado tal relevancia, ya es hora de que ponga ciertas limitantes a la participación de gente dudosa y de los que hacen discursos en sus actos. Deben hacer como en los clubes del siglo pasado, donde le daban “bola negra” a los no deseados. No puede ser que se meta allí todo el que quiera limpiar imagen sucia y que hable todo el guerrillero que quiera, aunque sotana tenga. Debe evitar reacciones como esa del Conep, ante llamados tan atrevidos y desfasados como el hecho por un orador en el acto de San Francisco de Macorís. Un coro canta la misma canción: “Sediciosos Conspiradores”. Pues que el Ministro someta a los que atentan contra la legalidad constitucional, porque de lo contrario puede que el bombardeo acusatorio se convierta en boomerang y termine beneficiando a quien ya les trae preocupados. Ah, ¿y de la violación a la ley por escuchar conversaciones ajenas, qué?