¡Oh, la educación!
La sociedad está en el deber de apoyar la decisión del ministro de Educación de enfrentar a la Asociación Dominicana de Profesores en su pretensión de sabotear el año escolar con sus constantes paros y movilizaciones... Pero, sobre todo, debe apoyarlo el presidente Danilo Medina, enemigo de los ruidos y con propensión a ceder a ese tipo de chantaje para evitar escándalos públicos.
En esta oportunidad, el Gobierno debe jugársela con Andrés Navarro... No por él, como funcionario, sino por el país y por el futuro del sistema educativo.
El ministro Navarro, hastiado de las necedades de la dirigencia de ADP, anunció el rompimiento del diálogo con el consejo directivo de ese gremio magisterial, y le advirtió que en lo adelante aplicará sanciones a los profesores que se ausenten de sus labores sin causa justificada.
Una excelente decisión, porque ese diálogo nunca debió producirse sobre la base de negociar un aumento salarial en detrimento de la implementación de incentivos a partir del resultado de las evaluaciones de desempeño.
Después de un lustro asignando el cuatro por ciento del PIB a la educación pública preuniversitaria, el balance se limita a la expansión y renovación de la infraestructura escolar y a la ampliación del programa de alimentación a los estudiantes dentro de la llamada jornada extendidaÖ Y aunque no son asuntos menores, la asignatura pendiente sigue siendo mejorar la calidad de la deficiente educación dominicana, como quedó evidenciado en las pruebas PISA del 2015.
Es imposible alcanzar la excelencia educativa sin mejorar en esa misma proporción la calidad del docente, por lo que en el transcurso de los próximos años todo el esfuerzo y la mayor parte de los recursos del Ministerio de Educación deben estar dirigidos a dar ese salto en la calidad de los contenidos y de los docentes, por lo que un componente fundamental en ese proceso es la aplicación de incentivos para que los buenos maestros sean premiados y se generen las sinergias que conduzcan a la excelencia magisterial.
Pero, además --sin pretender desconocer el incalculable valor que tiene el maestro en la construcción del tejido social--, no se puede obviar que en la actualidad los maestros están entre los empleados públicos mejor remunerados... Ganan más que los médicos y que los agrónomos... ¿Y qué decir si se les compara con los policías y los militares?
Por tanto, no es sólo que la huelga como método de protesta jamás se podrá justificar cuando los afectados son estudiantes inocentes de las pugnas reivindicativas de sus maestros, sino, además, que los profesores no tienen razón para protestar porque son privilegiados.
Consecuentemente, lo que deberían hacer los maestros es trabajar sin descanso y colaborar con el Ministerio de Educación para producir las transformaciones que permitan el salto de calidad que demanda la educación dominicana... A riesgo de que en algún momento la sociedad dominicana entienda que no vale la pena el enorme sacrificio que supone la asignación de un presupuesto tan abultado existiendo otras áreas mucho más necesitadas. Con su conducta, el Consejo de la ADP está demostrando que le importan un comino los estudiantes y su educación, y que a esos dirigentes sólo les interesa mantenerse en esa cúpula desde donde obtienen grandes beneficios...
México, por ejemplo, tiene muchos años invirtiendo miles millones de dólares en la educación, un sector al que actualmente destina el 6.8 por ciento de su PIB. Sin embargo, está en la cola de los países de la OCDE, y una de las principales causas de ese fracaso es que precisamente su sindicato de maestros ha devenido en un cartel, al punto que su histórica y muy conflictiva presidenta, Elba Esther Gordillo, guarda prisión acusada de asociación de malhechores y lavado de activos.
La implementación del llamado Nuevo Modelo Educativo en el país azteca ha tenido su principal obstáculo en la resistencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación... No ha valido dinero ni esfuerzo: los maestros mexicanos han mostrado cero disposición a ser parte de la solución y se resisten a cambiar un modelo que funciona sólo para que su dirigencia obtenga grandes beneficios económicos y políticos a través del control de la entidad gremial más grande, rica y poderosa de Latinoamérica.
No podemos permitir que eso suceda en República Dominicana... La ADP se integra al proceso transformador y asume sus roles con responsabilidad o el Estado está en el deber de enfrentarlos en la línea de lo planteada por Navarro...
¡...Al costo que sea y pésele a quien le pese!