PUNTO DE MIRA

Dije que Trump ganaría

Cuando escribí que Donald Trump ganaría, me llegaron muchos mensajes de burla o de rechazo. La mayoría de los amigos y lectores se dejaron manipular por el montaje de aversión más grande en la historia de unas elecciones. Perdieron de vista lo esencial: el elector. Se dejaron guiar por el deseo y tropezaron con la realidad, que repito, es tozuda.

Trump es el nuevo paradigma de la política. Tenía en contra a los banqueros, medios de comunicación, artistas, deportistas, gente de fama y poder, al presidente de Estados Unidos, a la comunidad latina, los negros, a muchos empresarios; y sin embargo, es el Presidente electo. El mandatario en curso es el macho alfa que quieren en el poder los hambreados, los desempleados, los cuellos rojos trabajadores del campo, la basura blanca. Trump habla su idioma. Es tosco y mal hablado y políticamente incorrecto. Que no es cómplice de la corrupción política que se asienta en Washington, creen ellos.

Con Hillary Clinton perdieron los que invirtieron tres veces más en publicidad que el empresario; las empresas encuestadoras que erraron o manipularon cientos de muestras, y también los diarios y plantas de televisión que presentaron a Trump como un monstruo para resaltar a Caperucita. El lobo volvió a triunfar. Trump es el “Democraxit”: la salida de Clinton-Obama.

La lectura de esta jornada es que los americanos blancos no quieren a los políticos. También son truqueados por la falsa percepción de que los políticos son dueños de su andar. Los propietarios del circo montaron un antagónico espectáculo para determinar cuál grupo administrará el presupuesto de los Estados Unidos. Todo es un asunto de negocios. Allá o acullá. La población únicamente sirve para creer que elige o ser contada en censos.

Trump también finge. El sistema está por encima de su mandato. Es juego de malabares donde el público nunca sabrá dónde está la bolita. Los políticos son los encargados de emplear la simulación. El elegido lo sabe y lo ha hecho. Como ahora. Dijo cosas que no podrá cumplir. Pero las dijo. Obama lo convocó a conversar. Le entregará la cajita negra del poder. Meses atrás lo entrenaron un poco de qué es el mandato presidencial, ahora verá las intríngulis. Será asomado a los compromisos del país: que no es saludable pelear con el acreedor chino, se haga el loco con Cuba y se aleje de Putin. El mismo rollo.

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