PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Extensión y composición del cristianismo
El cristianismo se extendió al poco tiempo por Palestina, Siria, Asia Menor, Chipre, Grecia, Egipto y Roma.
Los “helenistas,” los judíos provenientes de la cultura griega, expulsados de Jerusalén, fueron los primeros que predicaron el Evangelio fuera de Palestina y a no judíos (Hechos 8,4s; 11,19s).
Era una predicación que no exigía la aceptación de la ley ni de la circuncisión. Los cristianos se sentían libres ante los tabúes rituales y legalistas de la ley judía. Pablo se hace eco de esa experiencia de libertad en la carta a los Gálatas y también del peligro de volver a someterse a la circuncisión. Cito a Pablo: “Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Yo, Pablo, se lo digo: si ustedes se hacen circuncidar, Cristo ya no les servirá de nada.
De nuevo declaro a todo el que se haga circuncidar: ahora estás obligado a practicar toda la Ley. Ustedes, que se ganan méritos con las observancias de la Ley, se han desligado de Cristo y se han apartado de la gracia. A nosotros, en cambio, el Espíritu nos da la convicción de que por la fe seremos tales como Dios nos quiere. Para los que están en Cristo Jesús, ya no son ventajas el tener o no tener la circuncisión; solamente vale la fe que actúa mediante el amor (Gálatas 5. 1- 6). Se trataba de un nuevo programa de vida. Era un cristianismo que se expresaba en griego, lengua conocida en las ciudades del Oriente.
En Antioquia, capital de Siria, distante unos 450 kilómetros de Jerusalén, la comunidad de los seguidores de Jesús adquirió una importancia particular. Ya no era posible confundirla con la sinagoga y su gente. Fue allí que primero se llamó “cristianos” a los discípulos de Jesús (Hechos 11, 26). Se sabe que antes se les llamaba “seguidores del Camino” (Hechos 9, 2).
Desde el comienzo, hubo cristianos pertenecientes a los estratos sociales más notables. Ya en vida de Jesús, entre sus seguidores, se menciona a personas con recursos. En Lucas 8, 1 a 3, leemos: Jesús iba recorriendo ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres, a las que había curado de espíritus malos o de enfermedades: María, por sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de un administrador de Herodes, llamado Cuza; Susana, y varias otras que los atendían con sus propios recursos.”
La comunidad de Corinto tuvo una composición social de gente pobre. Pablo da el perfil de la comunidad de Corinto: “Fíjense, hermanos, en ustedes, los elegidos de Dios: ¿cuántos de ustedes tienen el saber humano o son de familias nobles e influyentes? Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es. Y así ningún mortal podrá alabarse a sí mismo ante Dios. Por gracia de Dios, ustedes están en Cristo JesúsÖ” (1a Corintios 1, 26 y siguientes).
Las mujeres de todos los estratos sociales eran muy relevantes en la comunidad (Lea Romanos 16,1-17). Los cristianos eran una minoría en cada sitio, se sentían “como forasteros” y “en la diáspora”. En griego, “diáspora” significa a través de las islas, es decir, se alude a la dispersión. Así lo expresa la primera carta de Pedro: “Pedro, apóstol de Cristo Jesús, a los (judíos) que viven fuera de su patria, dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1,1; vea 2,11).
El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do