EN LA RUTA
El conteo
La naturaleza humana rechaza los cambios por lo que toda variación tiende a crear resistencia. En tal sentido resulta ser comprensible que la implementación del conteo electrónico por parte de la Junta Central Electoral (JCE) produzca ojeriza en alguna gente.
Sin embargo, la realidad es que el mundo no solo avanza sino que ya transita en las rutas de la informatización. Todos los días los diferentes procesos (grandes y chiquitos) son computarizados y poco a poco la gente deja de ser análoga para transformarse en digital. Ya los celulares, y solo para poner un ejemplo, dejan de ser meros instrumentos de conversación para convertirse en terminales bancarias desde donde se realizan transacciones millonarias.
Es indiscutible que en toda obra o acción humana existe el riesgo de la contaminación, pero no es menos que a medida que se van transformando los procesos, los controles y las barreras de protección también se incrementan.
Sorprende pues, que personas que otrora mantuvieron el grito al cielo por los alegados chanchullos que se efectuaban entre delegados políticos de seis y ocho de la noche cuando las votaciones concluían y que dio origen a la antológica frase de que acta mataba a voto, hoy se opongan a un procedimiento que es menos costoso, mas verificable y por tanto menos vulnerable.
Y es que aunque en esta ocasión, que por ser la primera se hace profilácticamente conveniente que el quince por ciento de los sufragios sea contado con el viejo método a fines de comprobación, el país debe llegar a un momento en que ya las elecciones sean totalmente automatizadas y de forma táctil.
Afortunadamente ya hay tecnología y personal disponible para poder vigilar, auditar y blindar esos procedimientos y la JCE nunca ha puesto reparos en que conjuntamente a los observadores, los partidos tengan sus “guardaespaldas informáticos” para verificar el orden y la transparencia de todo.
Retornar a lo manual, aparte de un retroceso, sería volver a abrir las puertas al desorden y al conflicto. Una desazón solo comparable a la irrespetuosa sugerencia de que ese quince por ciento a contarse manualmente lo hagan manos que no están autorizadas por la Ley.