FIGURAS DE ESTE MUNDO
Pescadores

Los primeros apóstoles de la cristiandad fueron pescadores. No al azar Jesús escoge, al principio, sus discípulos entre los trabajadores del mar. El pescador pasa gran parte de su vida en la pura soledad del agua. Es el hombre que sabe esperar, paciente, sin prisa, que lanza su red y confía en Dios.
Una mañana, a orillas del lago de Genesaret, en Galilea, Jesús hablaba al gentío que se había detenido a su alrededor para escuchar sus palabras. Cuando terminó de predicar, le dijo a un pescador llamado Simón: “Remad adentro y echad las redes para pescar”. Respondió Simón Pedro, hijo de Jonás: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; mas en tu palabra echaré la red”.
Apenas se hubieron alejado un poco de la playa, Simón y su hermano Andrés lanzaron al agua una red grande. Y cuando la recogieron estaba tan llena de peces que casi se rompían las mallas. El efecto de este milagro sobre Simón Pedro fue sobrecogedor. Se arrojó a los pies de Jesús, exclamando: “¡Señor, apártate de mí, porque soy hombre pecador!”. En verdad, todos debemos, como Simón, reconocernos pecadores. Pero debemos rogar a Jesús que entre en nuestros corazones, porque ¡ay de nosotros si el Salvador se aparta de los pecadores! El Señor, sonriendo, le dijo: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron. Así estos primeros pescadores, Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, sencillos, iletrados, incultos, eran llamados por Jesús para empezar el reino de Dios en toda la tierra.
